COLUMNA INVITADA

La tormenta inflacionaria

Venimos desarrollando habilidades para navegar un mundo "VUCA''

OPINIÓN

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Marta Jara / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Venimos desarrollando habilidades para navegar un mundo "VUCA'' (volátil, incierto, complejo y ambiguo) hace tiempo, pero últimamente la "C" se ha vuelto la letra clave. La inflación, el tema del momento, dispara respuestas de los gobiernos y comportamientos de los actores económicos que son difíciles de desentrañar y predecir. Quienes no somos economistas debemos tener una visión bastante desarrollada de los impactos que la inflación desata sobre nuestros negocios. Observemos algunas de las paradojas:

La estimulación de la demanda, en principio una fuerza positiva, exacerba los desbalances de oferta/demanda mientras que los subsidios que se utilizan tienden a relajar los estándares de asignación de capital y favorecer eventualmente a malos proyectos.

Los precios altos incentivan las inversiones, pero los alcanzados por los energéticos han permitido a las empresas obtener márgenes tales, que generan tensiones e intervenciones de los gobiernos, como ser impuestos por ganancias excepcionales. Estas medidas erosionan la confianza de los empresarios y, al igual que la supresión de señales de precio, pueden frenar la innovación.

Los precios altos y la inflación (no son lo mismo) impactan en el poder adquisitivo de los trabajadores, desatando negociaciones laborales que a menudo se asocian con conflictos que impactan la productividad y las cadenas de suministro y ocasionan escasez.

Los negocios deben incorporar un mayor costo de capital, por tanto, requieren mayores rendimientos para las inversiones. El resultado es que se dilatan proyectos, que a su vez son necesarios para re-equilibrar la oferta. En el caso del sector energético, con inversiones insuficientes desde hace ya varios años, un aumento de 200 puntos base se refleja en un aumento de LCOE de 20%, según la Agencia Internacional de Energía. Esto se aparta de la tendencia que venimos viendo hace una década de reducción de costos de energía renovable y constituye una retroalimentación negativa para la brecha de oferta/demanda que alimenta la espiral inflacionaria.

Sobre cuánto hay de transitorio, escuchamos las dos campanas, pero lo cierto es que las predicciones resultan consistentemente menores que los valores reales. Esto es preocupante porque la confianza es un aspecto clave en la contención de la inflación. El comportamiento de los actores es parte de la complejidad del tema. Los efectos de segundo orden por venir son difíciles de predecir y gestionar. 

Asistimos a una nueva ronda de debates filosóficos entre el libre mercado y la intervención del Estado. Estoy convencida que siempre hay un lugar pragmático en el centro. Europa parecería ir por ese camino, asegurando un suministro básico a precios subsidiados y proveyendo liquidez a las compañías para evitar el colapso del sistema. Parece tratase de medidas de manejo de crisis más que de intervenciones estructurales.

Más allá de la coyuntura, lo que verdaderamente debe preocuparnos es el impacto social que pueden acarrear los ciclos económicos sin amortiguaciones, el abandono de objetivos de largo plazo a favor de ganancias de corto, - pienso aquí en la transición energética - el favorecimiento de políticas públicas que solo se sostienen mediante déficits que se diluyen gracias a la inflación, el desgaste de herramientas y capital político que pueden ser necesarios para absorber nuevos shocks, que desafortunadamente no pueden excluirse dada la situación geopolítica que vivimos. La complejidad llegó para quedarse, hace falta liderazgos con cerebro, con instinto y, sobre todo, con una visión sólida para guiarnos a través de la tormenta.

POR MARTA JARA

Non-Resident Fellow, Instituto de las Américas & ExPresidente de ANCAP (Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland), Uruguay

Email: marta@martajara.com / Twitter: @martajaraotero

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