En un México polarizado, en buena medida indiferente, bombardeado con desinformación, es notabilísimo y esperanzador que casi 70% de la población apoye a nuestro árbitro electoral ciudadano. El respaldo al INE tiene una tendencia al alza, y 11 puntos mayor que la aprobación de López Obrador, según las mediciones más recientes (EF, Oraculus; oct 2022).
Más del 60% de los mexicanos vivos nacimos cuando el gobierno aún organizaba los comicios; en dos siglos como República, sólo hemos tenido elecciones razonablemente libres durante los últimos 25 o 27 años. Quizá por ese recuerdo cercano de nuestro pasado autoritario hoy valoramos al INE, la institución que ha garantizado este respiro democrático– imperfecto, pero real– cuya conquista costó a miles de personas tanto tiempo, sudor y sangre.
Pienso en esto porque hoy nuestra joven democracia está amenazada. Para el lopezobradorismo, el resto del sexenio no se tratará de gobernar, sino de hacer todo, legal e ilegal, para mantener el poder en 2024. Clave en esto es la “reforma electoral” anunciada por el presidente que, disfrazada de democrática, en los hechos terminaría transformando al INE de un instituto autónomo, ciudadano y técnico a un órgano político, sometiendo al gobierno.
La buena noticia es que dicho proyecto ha encontrado un fuerte rechazo, de parte de ciudadanos y grupos tan diversos como intelectuales de izquierda o la Iglesia católica. Prueba de que el gobierno sabe que su intención no es popular, es la violencia con que el presidente ha atacado a las personas que asistirán a las marchas de este domingo 13 en defensa del INE.
Lo cierto es que la reforma se aprobará o rechazará en el Congreso, con los votos de los diputados y senadores. Y ahí los arreglos ocursos, chantajes y traiciones son impredecibles. La preocupación principal es el PRI, específicamente el grupo de su dirigente nacional Alejandro Moreno, que controla a los diputados cuyos votos son determinantes. Alito jura que respaldarán al INE, pero su credibilidad es nula. Con la militarización ya traicionaron, y ahora el gobernador priista de Oaxaca, tras reunirse con AMLO, coquetea con la reforma. Además, Alito y parte de su círculo son personajes vulnerables por sus acciones presuntamente ilegales, con lo cual el gobierno los aprieta y manipula a su antojo.
Como ex militante por más de 15 años, hago un llamado a los priistas, y en particular a sus legisladores: sean valientes, disidentes, decentes: no le den la espalda a la mayoría de México para quedar bien con una dirigencia desprestigiada y pasajera. Si tienen que elegir entre la línea oficial y su congruencia, nada los ata a seguir militando en donde les pidan vender su dignidad. La ciudadanía debe presionar con intensidad al PRI; debe ser un ultimátum: si no defienden al INE, ese partido ya no sirve y habrá que extinguirlo en las urnas.
El PAN, MC y PRD parecen firmes, pero nada está escrito. Algunos legisladores plantean hacer contrapropuestas. Me parece un error: con la sucesión de 2024 tan cerca, y el lopezobradorismo determinado a debilitar lo más posible al instituto, en este momento no hay condiciones para reforma alguna. Sí, se pueden y deben mejorar muchos aspectos del INE, pero este proceso deberá hacerse tras 2024, con tiempo, cuidado y consensos plurales.
POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE
COLABORADOR
@GUILLERMOLERDO
MAAZ