Malos modos

Apropiación cultural

Lo de la apropiación es mera pirotecnia terminológica para esconder el anticapitalismo más rudimentario

Apropiación cultural
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Todo fue aparecer la pieza diseñada por Ralph Lauren y desenterrar el hacha de guerra en la 4T. Que los de la marca se están pirateando los diseños de nuestros saraperos, pasó a decir Beatriz Gutiérrez Müller. “Oye Ralph, ya nos dimos cuenta de que te gustan mucho los diseños mexicanos. Sin embargo, al copiar estos diseños incurres en plagio, que es ilegal e inmoral”, dijo, sarcástica, y dio pie a que apareciera por ahí, otra vez, ese terminajo, uno de los más cuestionables de la avanzada anticolonialista-progre-woke.

Me refiero al término “apropiación cultural”, que no tardó en usar la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto: “Nos pronunciamos contra la apropiación cultural que realizó la empresa @RalphLauren hacia las creaciones originales de las comunidades de Contla, Tlaxcala, y de Saltillo, Coahuila. Los símbolos identitarios no son una mercancía”.

Bueno: sí lo son, y menos mal. Los de Ralph Lauren se disculparon. No debieron. Lo de la apropiación es mera pirotecnia terminológica para esconder el anticapitalismo más rudimentario y, sobre todo, una forma de la condescendencia etnicista que sí, merodea el racismo.

Lo que les molesta es que el uso de esos símbolos tenga lugar en el contexto del libre mercado, y no en un mundo idílico, que ni existe, ni existió, de comunidades autentiquérrimas dedicadas al trueque y el jipismo antropológico que por supuesto tampoco existieron. Lo identitario, por definición, es lo que no tiene dueño ni autor; es lo colectivo, lo sin firma. El plagio, lo “ilegal”, es por tanto imposible. Pero tampoco hay inmoralidad.

La cultura, en su sentido más amplio, es eso: un intercambio constante de información; de sonidos, formas, movimientos, historias. Es pura contaminación. Más aún: cuando es libre, es contaminación mercantil: sano capitalismo, o sea, sana circulación libre del dinero, que es la única garantía de la libre circulación de las ideas y la creación. Lo es en el caso del sarape “apropiado”, que no es producto de un pueblo primigenio, sino de la manía de la cultura mexicana de ser, como todas, mestiza, lo que implica: bastante española.

Lo es en el caso de los trajes que elaboran las comunidades indígenas en Chiapas, con esos dejos tan andaluces, como lo es en el de los artesanos indios, marroquíes o de donde quieran ustedes. Y, por supuesto, la cultura es contaminación, también, cuando hablamos –perdonen el término– de la alta cultura. La literatura occidental se ha nutrido de las mitologías asiáticas o africanas, y vean sino a Borges o Stevenson, como un porcentaje de eso que llamamos la música clásica o de las artes visuales. O del diseño de modas, claro.

En todo caso, un consejo fraterno: mejor no hablar de apropiaciones cuando usas Los Pinos para, literalmente, una “pasarela” artesanal. Sobra explicar por qué.

POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09

MAAZ

 

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