Análisis

11 de septiembre, 20 años después

Las agencias de seguridad mexicanas entraron en un periodo de "cooperación forzada", sintiéndose obligadas a proporcionar inteligencia e información

11 de septiembre, 20 años después
Íñigo Guevara Moyano / Colaborador. / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Parece difícil asimilar que han pasado 20 años desde aquella mañana en la que el mundo cambió. Ese 11 de septiembre, 19 terroristas de Al-Qaeda abordaron cuatro vuelos –dos en Boston, uno en Newark y uno de Washington, DC para estrellarlos en contra de blancos estratégicos. 

Los vuelos de Boston se impactaron contra las Torres Gemelas en Nueva York, matando a más de 2,700 personas; el vuelo de Washington se estrelló en el Pentágono, matando a 184 personas (125 dentro de la sede del Departamento de Defensa), mientras que los pasajeros del último vuelo resistieron y lo estrellaron en Pensilvania, muriendo los 44 a bordo. Aparte de los casi tres mil muertos hubo otros 6 mil lesionados. Fue el ataque terrorista más grande en la historia.

Estados Unidos respondió lanzando la Guerra contra el Terror que consistió en dos invasiones militares mayores Afganistán (octubre de 2001) e Irak (marzo de 2003) y múltiples operaciones a menor escala, libradas por agencias de inteligencia y fuerzas especiales alrededor del mundo, desde las calles de Europa hasta las junglas del sureste asiático.

Para el gobierno de México, los ataques significaron un retroceso en su relación con EU: a principios de septiembre de 2001, el entonces nuevo gobierno de Vicente Fox gestionaba el acuerdo de una reforma migratoria que se esfumó de las prioridades estadounidenses.

La prioridad para EU fue un rediseño de sus instituciones de seguridad, creando el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) a partir de una ensalada de agencias federales y reorganizando sus fuerzas militares con la creación del Comando Norte NORTHCOM, encargado de la defensa de EU y extendió su perímetro para incluir a México y Canadá.

Las agencias de seguridad mexicanas entraron en un periodo de "cooperación forzada", sintiéndose obligadas a proporcionar inteligencia e información, bajo presión de sus pares estadounidenses, a la vez que implementaron medidas adicionales de seguridad para reforzar la seguridad en fronteras, aeropuertos e instalaciones estratégicas en una priorización del contraterrorismo que no estaba en la agenda de seguridad nacional mexicana.  

La fricción aumentó cuando México, como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU votó en contra de la invasión de Irak en 2003. Con los años, la relación ha sido redimensionada y la cooperación balanceada alrededor de las operaciones de seguridad en contra del narcotráfico; sin embargo, la liga entre organizaciones terroristas islámicas y cárteles del narcotráfico no fue suficientemente convincente como para involucrar a México directamente en la Guerra contra el Terror.   

POR ÍÑIGO GUEVARA MOYANO
DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA JANE'S EN WASHINGTON, D.C.

dza

Temas