Aunque dirigentes y líderes en el Congreso se empeñan en gritar a los cuatro vientos que la alianza opositora permanecerá más allá de la coyuntura, las cúpulas del PRI, PAN y PRD trabajan, cada uno por su lado, para lograr una identidad como partidos progresistas, con recursos políticos e ideológicos propios y renovados.
Se agruparon este año para hacerle contrapeso a Morena, pero cada uno trabaja para atraer a nuevos electores, defender una agenda legislativa propia y recuperarse de la debacle electoral reciente.
El PRD, por ejemplo, pudo apenas conservar el registro, mientras que el PRI tocó fondo, al perder casi una decena de gubernaturas, y Acción Nacional disminuyó su fuerza en importantes plazas. Con esos antecedentes, el 24 de octubre, el partido azul ratifica a Marko Cortés como su presidente nacional, mientras se gesta un movimiento con personajes inconformes por la falta de equidad en el proceso interno, sumado esto a la rebelión de panistas, encabezados por el senador Gustavo Madero y el ex gobernador de Chihuahua, Javier Corral.
En el caso del partido del sol azteca, las tribus y grupos que sobrevivieron y se resistieron al canto de las sirenas que les llegó desde Morena, están ocupados en la reconstrucción. A finales de noviembre, los perredistas realizan su Congreso Nacional, en el que prevén dar un giro de 180 grados, con el propósito de convertirlo en el partido socialdemócrata de México.
Quieren emular a los partidos con esa tendencia en Europa, me dijo uno de sus dirigentes, quien asegura que el cambio de nombre y logotipo no está entre los planes. Buscan un cambio más profundo que cosmético. Y eso implica eliminar cualquier resquicio que los identifique con las corrientes que, en su momento, apoyaron el proyecto político de López Obrador.Van por el voto progresista, aquel que un día estuvo con la izquierda y otro día con la derecha. También planean mejorar la comunicación política, por lo que reclutaron personajes que representan los intereses de grupos que pocos voltean a ver, como los pueblos indígenas, las mujeres, grupos de la diversidad sexual, pro medio ambiente y afrodescendientes, entre otros. Echarán mano de agentes externos, aunque los trabajos estarán encabezados por varios personajes clave. Desde la dirigencia del partido estarán Jesús Zambrano y Jesús Ortega.
En el Congreso la batuta la llevará su coordinador en San Lázaro, el diputado Luis Espinosa Cházaro, de la mano de sus colegas Gaby Sodi y Edna Díaz, designadas presidentas de las comisiones de Atención a Grupos Vulnerables y Cambio Climático, respectivamente. Por lo que hace al PRI, todo está dispuesto para que Alejandro Moreno refuerce el control total del partido, tanto en los estados como en el Congreso de la Unión.
A pesar de ser la tercera fuerza política en San Lázaro, por ejemplo, el tricolor logró la presidencia de siete importantes comisiones, entre ellas la de Vigilancia de la ASF y la de Gobernación. Moreno, como diputado y dirigente del tricolor, utilizó toda su experiencia para dejar a los otros partidos al borde de la silla en la repartición. Pero eso ocurrió desde el arranque de la Legislatura.
De la mano de Rubén Moreira, otro experto en las artes de la política, logró quedarse con la presidencia de la Junta de Coordinación Política y en el tercer año les tocará a los priistas presidir la Mesa Directiva. De esta forma la oposición se sacude para intentar recuperar los espacios perdidos. Todos, sin embargo, deberán dar un salto cuántico si quieren llegar, ya no unidos, sino vivos y con nuevos bríos a la próxima elección presidencial.
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Si no hay cambios drásticos de último momento, todo indica que el Tribunal Electoral ratifica hoy el triunfo del morenista Alfredo Ramírez Bedolla como gobernador de Michoacán.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas.”
POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO
ALFREDO.GONZALEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
@ALFREDOLEZ
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