LXV LEGISLATURA

LXV Legislatura: Entre la política y la analogía histórica

Sin duda, el momento histórico con el que mejor podríamos hacer una analogía, para comprender la trascendencia política de lo que ocurre en México, es el de la Reforma

OPINIÓN

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Ismael Carvallo/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México

Este 1 de septiembre se instala la LXV Legislatura del Congreso de la Unión como segunda contraparte legislativa del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Sin perjuicio de que el primer congreso constituyente mexicano tuviera lugar entre 1821 y 1823, y el segundo entre 1827 y 1828, es lo cierto que el consecutivo de las legislaturas nacionales que rige nuestra vida parlamentaria comienza propiamente con la Constitución de 1857, que pasaría a ser, en efecto, la Legislatura I. 

Desde la perspectiva de la 4T, la Reforma o 2T fue entonces un acontecimiento que cristaliza en esa primera Legislatura, y la Revolución o 3T lo haría en la XXVII (Querétaro, 1917), quedando en el debate si la 1T o Independencia habría de hacerse corresponder o con el primer constituyente (1821) o con la Constitución del 24 (federalista). Es dable asumir que, ideológicamente, se trata más bien de esto último, y que es mejor vincular la consumación de Independencia a Ramos Arizpe, Fray Servando o Gómez Farías que a Iturbide. 

En todo caso, no tengo duda de que el momento histórico con el que mejor podríamos hacer una analogía para comprender la trascendencia política de lo que hoy ocurre en México es el de la Reforma. 

El propio Presidente, además de evocar a Juárez como su inspiración fundamental, ha situado las coordenadas de la discusión pública de la nación en la matriz ampliada del siglo XIX (sobre todo en función del antagonismo conservadores-liberales) para interpretar el proceso que gravita alrededor suyo, y que sólo desde la ignorancia histórica es posible que alguien pueda sorprenderse. 

Recuerdo a este respecto que una chica que me atendió hace años en un café me dijo que estaba leyendo Noticias del Imperio de Fernando del Paso, diciéndome con emoción y madurez histórica “¡Andrés Manuel es Juárez!”. 

Para eso sirve tanto la historia como la gran literatura: para madurar y tener perspectiva de las cosas. En ese sentido, es Emilio Rabasa (La constitución y la dictadura, 1912) el que nos da algunas claves para una analogía entre aquella gesta heroica y la actual configuración política de México: “El partido moderado estaba entre el conservador que era fanático, resueltamente clerical, enemigo de las ideas democráticas, y hasta monarquista, y el liberal puro que pedía una Constitución fundada en la soberanía popular, gobierno federado, supremacía del poder civil sobre la Iglesia y reforma social… El gran hombre fue Juárez. 

Presintió los acontecimientos que en la incubación del pasado tenían una vida latente, pronta a convertirse en fuerza y en acción, y para dominarlos, comenzó por obedecer a la necesidad que había de producirlos”. Creo que es bastante fácil, guardando las proporciones y ajustando ciertas cosas, encontrar las correspondencias entre unos y otros. La historia nos juzgará, qué duda cabe, a todos por igual. 

POR ISMAEL CARVALLO
ASESOR EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
@ISMAELCARVALL

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