DESDE AFUERA

Ambigüedad de México en Nicaragua

La respuesta mexicana a la situación política de Nicaragua, significada por el arresto de cinco aspirantes a la candidatura presidencial y varios otros políticos y periodistas de oposición, ha sido ambigua, en el mejor de los casos

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La respuesta mexicana a la situación política de Nicaragua, significada por el arresto de cinco aspirantes a la candidatura presidencial y varios otros políticos y periodistas de oposición, ha sido ambigua, en el mejor de los casos.

Convertidos en cámaras de resonancia mutuas, México y Argentina rechazaron condenar las acciones del gobierno nicaragüense, tanto en la OEA la semana pasada, como en la ONU, el martes.

Pero al mismo tiempo, y en un movimiento que es una forma diplomática de expresar irritación, ambos países anunciaron el lunes que habían llamado a consultas a sus respectivos embajadores en Managua.

En otras palabras ni sí, ni no, sino todo lo contrario.

Puede ser, como creen algunos, que haya renuencia a condenar a un régimen "de izquierda", sobre todo en el marco del acercamiento mexicano a gobiernos latinoamericanos de esa tendencia, en lo que parece un reflejo de lo que también ocurre en Argentina: jugar a dos bandas.

El hecho es que las dos Cancillerías anunciaron que "Argentina y México se mantendrán atentos a la evolución de los acontecimientos relacionados con la hermana República de Nicaragua y seguirán promoviendo inequívocamente el pleno respeto y promoción de los derechos humanos, las libertades civiles, políticas y de expresión de toda persona, con independencia de su nacionalidad y/o profesión".

A las pocas horas había nuevos arrestos, el candidato presidencial Miguel Mora y la exprimera dama María Fernanda Flores de Alemán, y el canciller nicaragüense Denis Moncada demandaba respeto a los asuntos internos de su país.

Para demostrar su atención, al día siguiente Argentina y México se abstenían de votar en las Naciones Unidas frente a un crítico informe de la Alta Comisionada para Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet.

La doctrina de No-Intervención ha sido parte de la política exterior mexicana desde hace casi un siglo, pero en las últimas décadas comenzó a decaer, y una de las causas que puso en compromiso ese principio en asuntos internos de otros países fue precisamente Nicaragua. 

El gobierno del expresidente José López Portillo tuvo una abierta simpatía por los Sandinistas hasta que, en mayo de 1979, rompió relaciones con el régimen de Anastasio Somoza, que ese mismo año dejó el poder.

Ahora la historia se repite, con Daniel Ortega –que a sus 75 años parece enfermo– como padre fundador de una dinastía que, según sus críticos, incluso el diario español El País, sería continuada por su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y luego quizá por alguno de sus nueve hijos.

En su blog El Interin, el periodista argentino Jorge Elías afirma que la administración del presidente Alberto Fernández tiene una doble política exterior, "una responde al núcleo duro de la coalición (peronista) y la otra pretende mostrarse moderada".

Cualquier parecido con México es mera coincidencia. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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