La próxima llegada de Rogelio Ramírez de la O a la Secretaría de Hacienda ya tuvo sus primeros efectos. El presidente López Obrador y Ramírez de la O han acordado reducir la expectativa de los ajustes fiscales que el gobierno perseguiría, por lo que ya no habrá propiamente una ‘reforma’ fiscal, sino una ‘miscelánea’; es decir, una calibración fiscal tenue que podría generarle $ 200 mil millones de pesos de ingresos.
La aparición de la titular del SAT Raquel Buenrostro en la escena nacional esta semana, explicando el propósito de la miscelánea y el plazo para presentarla —septiembre próximo—, revela que el gobierno está sopesando dos cosas: por un lado, el grado de estabilidad de la alianza que tendrá Morena en el Congreso con el PT y con el Verde, así como el costo que tendrá cada voto de esa alianza. Y por otro lado la percepción pública que logre vender respecto de que solo las empresas grandes deben pagar más impuestos, porque eluden mucho y su tasa efectiva es muy baja.
Esto último es muy importante. Si los grandes contribuyentes efectivamente están eludiendo impuestos en exceso, el gobierno puede generar la percepción de que el empresariado continúa siendo abusivo. Si esto es así el Consejo Coordinador Empresarial de Carlos Salazar debería actuar de inmediato para neutralizar el mayor riesgo del sexenio: que los empresarios sean vistos por la sociedad como la fuente que bloquea la concreción del proyecto de transformación que encabeza AMLO. Si los empresarios se quedan de brazos cruzados llegaremos a septiembre con un enemigo nuevo: ya no será la corrupción, sino las grandes empresas, que eluden y evaden impuestos al por mayor. Hay que gobernarlas.
Una cosa fue el acuerdo con Walmart para que pagara impuestos por haber vendido Vips; y otra muy distinta es ampliar el catálogo de grandes contribuyentes e insistir en que la tasa efectiva de impuestos que pagan esas empresas no rebasa el 2 por ciento. Si esto es así y la narrativa acentúa ese dato, el gobierno dará una severa estocada a los empresarios y podría incluso recuperar su cercanía con la clase media luego de la distancia marcada esta semana.
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AMLO claudicó a una reforma fiscal que obtuviera $ 1 billón de pesos adicionales de recaudación. En lugar de ello, prefirió potenciar al SAT para que sea finalmente lo que debió ser: un ente que cobre a cabalidad todo lo que los contribuyentes debemos pagar, sin exageraciones, pero sin deducciones ni exenciones indebidas. La miscelánea podría servir, entonces, para algo mucho más allá de los 200 mil millones de pesos: también legitimaría al gobierno en materia económica.
¿Y SVARCH?
Lo promisorio que había resultado el titular de Cofepris Alejandro Svarch Pérez empieza a generar dudas tras el gran desabasto de medicamentos expuesto en los últimos días.
POR CARLOS MOTA
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