MALOS MODOS

El poder del discurso populista

Cuando un candidato a tirano se planta frente al micrófono, lo hace para convencerte de que todo lo que sabías, lo que dabas por hecho, los valores que tenías por incontestables, es una mentira, una puesta en escena que él, un iluminado, va a desnudar para ponerte frente a la “realidad verdadera”

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Patria o muerte, la muy buena novela de Alberto Barrera Tyszka, se sitúa en la Venezuela que acaba de ver morir a Hugo Chávez. ¿Cómo es esa Venezuela? Antes que nada, silenciosa. La característica más evidente del teniente coronel era la locuacidad. Venezuela fue, durante lustros, un interminable monólogo.

En sus ruedas de prensa, en las entrevistas, en sus discursos y desde luego en sus maratónicas emisiones de Aló, presidente, aquella versión primigenia de las mañaneras, Chávez hablaba sin parar y hablaba de todo: de los yanquis, el petróleo y las élites corruptas, claro, pero también de cómo cuidar la salud y del beis, por ejemplo. Hablaba, pues, de la realidad entera, y lo hacía con plena conciencia, porque hablar, en los populismos, es casi lo mismo que gobernar. Sí:

El populismo es una forma compulsiva de llenar silencios, en la medida en que su fin inmediato es volver a narrar el mundo, la vida toda.

Cuando un candidato a tirano se planta frente al micrófono, lo hace para convencerte de que todo lo que sabías, lo que dabas por hecho, los valores que tenías por incontestables, es una mentira, una puesta en escena que él, un iluminado, va a desnudar para ponerte frente a la “realidad verdadera”, una idea del mundo totalmente revolucionaria, una utopía, que por supuesto encarna él y nadie más.

El poder absoluto, que es el fin último, implica la verborrea. Lo entendió Chávez como lo entendió antes Fidel, con sus discursos de nueve horas en cadena nacional, y como lo entendió Trump, el ex tuitero.

Y como lo entiende nuestro presidente, según consigna, desmenuza, analiza con inteligencia, claridad y buena prosa Luis Antonio Espino en López Obrador: el poder del discurso populista (Turner), libro apenas publicado. Y qué bueno.

Cuando las voces críticas analizan el fenómeno obradorista, y es frecuente que lo hagan con nota, lo hacen desde el ángulo digamos más ortodoxamente político o económico, y bien está, o desde el biográfico, como hizo Enrique Krauze en el extraordinario “El mesías tropical”.

Faltaba sin embargo un análisis de la forma personal de gobernar de AMLO desde el lenguaje, una técnica que es una forma de propaganda pero también mucho más que eso, como expone Luis Antonio

inmejorablemente, y que sin duda es exitosa. Porque el presidente, sin duda, sabe comunicar, y comunica de tal forma que su aceptación no decae, como sería esperable en un gobierno tan lleno de fracasos, y al no decaer le permite acercarse un poco más cada día al referido fin, el poder sin cortapisas, como a su entender merece un iluminado, un prócer.

Con la elección en puerta, con el presidente predecible, inevitablemente montado en una radicalización estridente y guapachosa, este libro cae, perdonarán lo predecible de mi conclusión, como anillo al dedo. No se lo pierdan.

POR JULIO PATÁN

JULIOPATAN0909@GMAIL.COM 

@JULIOPATAN09

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