MALOS MODOS

La Línea 12, la empatía y la felicidad

Vuelve a circular la palabra “empatía” por redes y medios, y vuelve a hacerlo tras la resistencia del presidente

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Vuelve a circular la palabra “empatía” por redes y medios, y vuelve a hacerlo tras la resistencia del presidente a mostrar solidaridad con los familiares de las personas muertas en una situación atroz, en este caso el derrumbe en la Línea 12. “Empatía”: una palabra que a López Obrador le parece insufrible, lo dijo, y no es difícil entender por qué.

¿Se acuerdan de las primeras protestas feministas? Es cierto: el presidente no quiso responder a una pregunta sobre los feminicidios porque distraían la atención de la rifa del avión. Luego ofreció una disculpa, pero eso no cambia gran cosa.

Porque lo de la rifa es parte de una historia con un antes y un después. El antes es el asesinato y desmembramiento de una mujer, Ingrid Escamilla, a manos de su pareja, una mujer a la que no le dedicó ni media línea. El después, claro, es Macedonio. Aparte, se cerraron las estancias infantiles y los refugios para mujeres maltratadas, e incluso el presidente negó que se hubiera disparado la violencia en casa por el confinamiento. ¿Qué pecado cometieron esas mujeres?

Ser infelices. En este país se decretó la felicidad hace un par de años. Prohibido interrumpirla: te quedas sin solidaridad. No es el único ejemplo. Tampoco tienen derecho a cortocircuitar la felicidad generalizada los niños con cáncer; ni el personal de los hospitales privados sin vacuna; ni las familias de las 300 mil personas muertas por COVID, cuando es tan padre dedicarse al beis.

Tampoco, las personas que viven bajo el crimen organizado, como pudo comprobar el hombre que fue a pedirle en una gira al presidente que mandara al ejército y al que le dijo que no, que los criminales también son personas.

Me pregunto qué piensan cuando ven estas noticias los propagandistas de la 4T, esos que nos hablaron tanto de un líder cercano, fidedignamente preocupado por el pueblo; de un presidente siempre a pie de banqueta o de terracería, dispuesto a salir a los caminos para abrazar a los sufrientes, lejos de tecnocratismos.

Me lo pregunto porque, salvo los muy tontos, saben que la empatía no es selectiva, o no tanto. Que exige hacerla mínimamente extensiva al otro, al que te es ajeno, al que no entiendes, incluso al que no te simpatiza, o sea al que mete ruido, no limitarse a los que te aplauden y se amoldan a tu idea del mundo, el mundo feliz.

Y es que si sumamos a las mujeres, los enfermos sin medicinas, las víctimas de la violencia y los muertos por covid, hay muchos
mexicanos que no parecen dignos de solidaridad. Hoy se suman los muertos de la Línea 12, que tuvieron el mal tino de accidentarse en el preámbulo de una elección que se complica un poco más cada día.

Es que en las democracias también votan las personas infelices, y vaya monserga. El presidente no quiere que le exijan empatía. Hace bien. Congruencia, le llaman.

POR JULIO PATÁN

JULIOPATAN0909@GMAIL.COM 

@JULIOPATAN09

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