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Democrisis

La crisis por la que transitamos pervivirá después de 2024. Al igual que el trumpismo, el obradorismo perdurará en el futuro...

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Una manera de entender a López Obrador y sus decisiones en materia de política pública es viendo las conferencias matutinas. Otra, menos dolorosa, es leer López Obrador: el poder del discurso populista de Luis Espino que, con gran elocuencia, explica la popularidad presidencial.

Esta novedad editorial resolverá sus dudas si le quita el sueño encontrar una explicación a los altos índices de aprobación del presidente —a pesar de la debacle que ha generado por su impericia gerencial e ineficacia política— o entender la emoción desbordada que generan entre sus seguidores acciones equivocadas como la compra de una refinería en ruinas, inoperante y fuera del territorio nacional.

A todas luces Deer Park es un limón. De acuerdo con Luis Espino, la explicación descansa en la forma en la que el presidente utiliza el lenguaje como instrumento para controlar la percepción que el público tiene de su persona y de sus políticas. Su audiencia no lo evalúa como un político, sino como un redentor: un mesías que lucha por resarcir el daño que los poderosos (empresarios y políticos) han infligido sobre los marginados y desprotegidos por décadas.

La virtud radica en haber sumado a un amplio segmento de la población a esa lucha épica por la justicia y reivindicación del pueblo de México. A esa pugna por la justicia que involucra la demolición de las instituciones democráticas. De acuerdo con esa narrativa, esta semana la mafia del poder global apoyada por la corona británica, publicó un artículo, vía The Economist, sobre los riesgos que implica el obradorismo para el pluralismo político y el desempeño económico en el país.

La democracia –a la Przeworski-, además de ser un mecanismo para seleccionar gobiernos y ofrecer la posibilidad de remover a quienes detentan el poder cuando hay alguna inconformidad, es un sistema que administra conflictos de manera ordenada al estructurar antagonismos sociales y absorber conflictos que pongan en riesgo el orden público.

Las crisis se suscitan cuando se compromete el voto o cuando los gobiernos como el actual no funcionan. Y se profundizan en regímenes presidenciales con inequidades en la disparidad del ingreso. La crisis por la que transitamos pervivirá después de 2024.

Al igual que el trumpismo, el obradorismo perdurará en el futuro. Es ingenuo pensar que el descolón electoral que sufrirá en 2021 será suficiente para restarle viabilidad. Sin embargo, la situación actual no puede continuar, el futuro de México está en juego.

Si los candidatos emanados de organizaciones criminales ganan terreno en la arena electoral y triunfa el narcopopulismo obradorista, nuestra generación no volverá a ver un México liberal y democrático, como lo vislumbramos millones de mexicanos hace un cuarto de siglo.

La consolidación democrática no sigue una trayectoria lineal sino pendular. Desafortunadamente, ese péndulo amenaza con estacionarse en un sistema cerrado y autárquico. La próxima semana, el electorado mexicano volverá a tener la alternativa y la capacidad de frenar la erosión autoritaria que hemos padecido en los últimos años.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1

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