LÍNEA DIRECTA

El enemigo

El próximo proceso electoral parece ser una guerra sin cuartel

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En una democracia institucionalizada no hay enemigos, hay adversarios. Con estos últimos se dialoga, se debate, se pelea, pero también se gobierna y se llega a acuerdos. Con los primero no. A los enemigos se les trata de derrotar, de aplastar, de vencer y hacer desaparecer para que dejen de representar una amenaza para la existencia misma del triunfador. Se trata en este caso de una guerra a morir en donde el interlocutor no existe, y únicamente el choque directo entre las partes determina al vencedor y al derrotado.

Esto es lo que se decide en la próxima elección del 6 de junio en México. Toda la estructura de partidos, institutos, organismos electorales y reglas de competencia están en juego en la medida en que los ganadores de la elección del 2018, López Obrador y MORENA, consideran como ilegítimos y obsoletos todos y cada uno de los engranes de la democracia representativa construidos durante las últimas tres décadas en nuestro país. 

Al meter en un mismo saco a los partidos opositores – PAN -PRI-PRD, al INE y al Tribunal Electoral, el presidente de la República llega a la conclusión que el próximo proceso electoral es una guerra abierta, no solamente contra esta alianza ilegitima de partidos, sino también contra un sistema político-electoral de supervisión, de pesos y contrapesos que le restó una enorme cantidad de poder al primer mandatario en turno.

Es esto lo que un idealista del pasado autoritario como AMLO quiere que suceda el próximo mes de junio. Un resultado apabullante que le permita contar de nuevo con una mayoría calificada en la Cámara de Diputados, y al mismo tiempo obtener un número significativo de gubernaturas que lo convertirían en dueño del poder político en México. 

De ser así, el INE desaparecería como órgano autónomo al igual que el Tribunal Electoral, abriendo paso para la construcción de una democracia iliberal, o sea una reedición del sistema de partido único liderado por un caudillo. El resto del espectro político prácticamente dejaría de existir para convertirse en una ornamenta incapaz de competir en condiciones de equidad.

Por eso la elección de junio es una guerra en donde, o se mantienen las condiciones actuales del enfrentamiento a través de una oposición cuyo único objetivo es evitar ser eliminada totalmente, o Morena y sus aliados consiguen llevar a cabo el cambio de régimen que implica un nuevo modelo de autoritarismo con un caudillo como eje de legitimidad.

Morena y López Obrador no corren el riesgo de dejar de ser parte del esquema de poder en el país. Los partidos de oposición y la democracia representativa sí. Esto es lo que se juega.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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