COLUMNA INVITADA

La cueva de ladrones

La discusión más importante que se tiene en México es acerca de la corrupción

OPINIÓN

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Martha Gutiérrez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La discusión más importante que se tiene en México es acerca de la corrupción. Se asegura que es el principal problema. Se llevan a cabo reformas para combatirla de frente y se argumenta al respecto. Definitivamente no es un tema nuevo, ni un asunto exclusivo de nuestra Nación. Tampoco se reduce a Latinoamérica, es más, desde los griegos y el imperio romano es un problema que hizo caer por igual a emperadores y Repúblicas.

Atrapados en un asunto de tal magnitud e importancia, nuestro país entrará según los expertos a una crisis económica pocas veces vista, y el sufrimiento como consecuencia, ante la falta de empatía con la población para intentar resolver este problema. Porque la clave de todo este sexenio y el que viene es que la sociedad realmente aspira a un cambio en ese concepto, que afirman es el meollo de la incapacidad de crear oportunidades, igualdad, y una verdadera transformación para todos.

En uno de los capítulos más expresivos de esta discusión y bajo el pretexto de reformar al Poder Judicial de la Federación, el Presidente de la República decidió violar la Constitución Federal y extender dos años más el mandato del presidente del órgano, el ministro Arturo Zaldivar. Digo que fue el presidente porque los levantadedos profesionales que se reúnen en un salón del inmueble llamado "San Lázaro", con absoluto desconocimiento del término de representación popular y del principio de división de poderes, sólo confirmaron la propuesta de su jefe sin aspaviento alguno.

Dos o tres extraviados o con sus reelecciones perdidas, intentaron llamar la atención, balbuceando alguna incoherencia. Constitucionalistas y abogados se quiebran la cabeza para explicar los riesgos de la aprobación, y anticipan que este será el mismo camino para la propia extensión del mandato de Andrés Manuel López Obrador.

Por su parte Arturo Zaldivar, en su desmedida ambición por convertirse en candidato a la Presidencia de la República, porque en el fondo eso es lo que quiere, sigue la línea discursiva de AMLO y afirma que él no es quién para juzgar lo que sus otros 10 compañeros digan, y sí el "pueblo" se lo demanda, se sacrificará al seguir asumiendo la posición de Presidente de la SCJN y del Consejo de la Judicatura Federal para renovar el órgano judicial. Lo mismo sucede cuándo el INE le prohíbe algún tema violatorio de la ley electoral en la mañanera, qué cuándo pretende eliminar a los órganos autónomos (aunque ahí los Tratados Internacionales y compromisos con otros países representan un blindaje mayor).

Nada es una discusión nueva y sus argumentos tampoco son nuevos ni desconocidos. Es más, tiene nuestra empatía y apoyo, porque en el fondo estructuralmente la corrupción no debería ser un asunto que defina a un país con tantas riquezas naturales, clima, población, historia y condiciones inmejorables como México. Sin embargo cómo lo hace López Obrador, desdeñando la Constitución, violando un pacto social y federal tan endeble y generando complicidad con los otros actores y autoridades, es absolutamente inaceptable.

Por supuesto que el Consejo de la Judicatura es una cueva de la ladrones en donde se arreglan juicios, nombramientos de jueces, magistrados, procedimientos, se manejan miles de millones de pesos, así ha sido por décadas, y que por cierto, algunos de los mayores beneficiarios se encuentran sentados bien cerca de Andrés Manuel y hoy uno de ellos pretende tomar posición y autoridad sobre el órgano. Sin duda la SCJN necesita y merece una reforma profunda, al igual que muchos órganos, pero no como lo están haciendo.

Así no. Porque se está creando un problema mayor y mucho más grave de lo que se pretende combatir. Las reformas, deben ser lentas pero seguras, cumpliendo con las normas que nos dimos, y que son las mismas que lo hicieron a AMLO llegar al poder. Porque al final el ejemplo que deja con la falta de respeto a la Constitución y a los procesos democráticos preestablecidos para reformar a los órganos, es un rotundo fracaso: ¿es la moral (justicia como él la llama), o es la ley la que nos debe regir? Porque de la manera en que actúa y decide López Obrador como presidente no se resuelve la corrupción, por el contrario, se incrementa y se profundiza.

Así lo demuestra la historia. Y no es pregunta.

POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ

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