En el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2018 se previó un monto histórico de más o menos mil 200 millones de pesos para los Centros de Desarrollo Infantil, conocidos como CENDI's. Originalmente las llamadas guarderías, apoyan fundamentalmente a madres trabajadoras de escasos recursos durante su jornada laboral, brindando cuidado, protección y educación inicial a miles de niñas y niños del país.
Este año fueron etiquetados alrededor de 300 mdp (la cuarta parte). Lo mismo ha sucedido a infinidad de programas de desarrollo social, lo cual refleja con nitidez que Morena no es en nuestro país la izquierda que presume ser, y mucho menos se preocupan por los que menos tienen. Eso ya lo sabíamos.
Pero, ¿qué es lo realmente nuevo e importante?
Qué detrás de los CENDI's se encuentran cientos de familias, particularmente destaca una de apellido Anaya, sí, el dirigente nacional del Partido del Trabajo, y la cabeza política de su equipo (y su esposa): Alberto y María Guadalupe Rodriguez Martínez. Este partido político fundado en pleno apogeo del salinismo, eje fundamental del programa solidaridad, cuenta hoy con 46 diputados federales, seis senadores, 34 alcaldes y 73 diputados locales, posicionándose en materia de representación política en el nivel más alto de su historia. Curiosamente, a pesar del incremento en representantes populares, el PT atraviesa por uno de los momentos en los que tiene menos fuerza e incidencia. No sólo por el acostumbrado desdén y ninguneo de sus históricos aliados electorales, particularmente del propio Andrés Manuel López Obrador, sino por la evidente intención en materia política de no verlos ni oírlos por parte de la enorme cantidad de arribistas y oportunistas que llegaron a Morena, esos que ahora se autonombran como los puros y originales precursores de la transformación de México.
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El PT, promotor de las políticas públicas más cercanas a la socialdemocracia y único partido de izquierda (todos los demás partidos se encuentran en el espacio ideológico de derecha, encabezados por Morena, con excepción del PRI quien todavía no sabe en dónde ubicarse, seguro el gran Jesús Reyes Heroles debe sentirse profundamente avergonzado ante tal extravío), ha sufrido una de sus mayores decepciones, precisamente porque su aliado histórico ha traicionado fondo, forma, principios, valores y promesas. Porque los CENDI's fueron la vía de López Obrador para mantenerlos a raya. Les redujo el presupuesto precisamente para evitar su crecimiento político. Irónicamente en el último año del gobierno de Enrique Peña (sin considerar que a lo largo de su administración de manera económica y en incidencia política les fue mucho mejor). Curiosa contradicción, hoy que reciben mucho menos dinero cuentan con un mayor número de representantes populares.
El principal problema es que el Presidente de la República no les ha cumplido a ninguno de sus aliados políticos. Por lo que ninguno cree en él, ninguno puede ya confiar en su palabra, en sus propuestas o planteamientos porque de manera simplona, él es el único que gana.
Políticos profesionales como Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Alberto Anaya, y el propio Dante Delgado quien le juega al alcahuete. Poco a poco, han ido entendiendo su juego, que por cierto tampoco es muy distinto al pasado. Sin embargo, Andrés Manuel necesita aliados, ya que sólo tiene entre 30 y 35% de la votación.
Por su parte el profesor Anaya, comprendiendo perfectamente lo que le está ocurriendo al país, a AMLO y a sus subordinados políticos, quienes con prepotente arrogancia y soberbia ningunean al resto, diseñó una ruta interesante que dibuja el 2024 de pies a cabeza. Pragmatismo con Morena, evitar retar al presidente López Obrador, se comerá el espectro de izquierda y se preparará para la siguiente elección. La representación política del PT el día de hoy es más grande que el mismo PRI, dos veces más que MC y cuatro veces más que el PRD. Ha aprovechado las absurdas posiciones de Mario Delgado, el desdén de los funcionarios de la transformación de cuarta y está capitalizando a muchos políticos de izquierda que Morena no ha sabido ni querido aprovechar.
El 2024 pasará necesariamente por las alianzas, y el reacomodo comenzará a sentirse después del 6 de junio, aunque algunos piensen que hay poco que jugar.
Y no es pregunta.
POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ
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