COLUMNA INVITADA

Elecciones: oportunidad y responsabilidad

La determinación de aplazar las elecciones se tomó debido al inédito aumento en el número de contagios de Covid-19

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Recientemente el presidente de Chile, Sebastián Piñera, envió al Congreso una iniciativa de reforma constitucional para postergar las elecciones en las que se renovarán autoridades subnacionales y se elegirá a la asamblea encargada de redactar la nueva Constitución. La propuesta, que plantea celebrar en mayo los comicios originalmente programados para abril, avanza en la Cámara de Diputados, donde ya fue aprobada en comisiones.

La determinación de aplazar las elecciones se tomó debido al inédito aumento en el número de contagios de Covid-19. Si bien es una decisión comprensible desde el punto de vista de la salud pública, sin duda representa también una prueba para la salud democrática. Sobre todo, considerando que no es la primera vez que se posponen comicios en ese país: las elecciones municipales, programadas para el 25 de octubre pasado, se habían aplazado ya hasta este abril.

La pandemia no sólo puso a prueba las capacidades de todos los países del mundo, desde la calidad de los sistemas sanitarios hasta las políticas financieras para respaldar empresas y hogares; también abrió una serie de debates sin precedente: como el tener que decidir entre la salud de las personas y la salud de la economía, entre la crisis hospitalaria o la parálisis productiva.

En ese contexto, el debate entre llevar a cabo o no elecciones causó que en muchos países del mundo se aplazaran procesos electorales previstos en distintos momentos de 2020. En el caso de México, las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo previstas el 7 de junio, se celebraron hasta el mes de octubre, después de una campaña abreviada e inédita.

En Estados Unidos, por otra parte, se aprovecharon las ventajas ofrecidas por las distintas modalidades de voto, como el voto por correo o el sufragio anticipado, gracias a las cuales la gran mayoría de los electores no tuvo que acudir a los centros de votación, reduciendo así los riesgos de contagio al momento de elegir presidente y legisladores.

Estos dos ejemplos nos colocan de cara a una realidad válida para todo el mundo democrático: la necesidad de mantener sistemas electorales robustos o de fortalecerlos de cara a las situaciones más adversas, complejas y difíciles. Tanto en la democracia como en el cuidado de la salud, nunca se es demasiado precavido.

Hemos aprendido mucho sobre el SARS-CoV2 y podemos entender que en estos momentos la pregunta más saludable para la democracia no es cuándo, sino cómo es más seguro votar. Si ayer la irrupción del Covid-19 nos hizo replantearnos muchas de las cosas que dábamos por sentado, hoy el conocimiento del virus nos previene de abrir el falso debate entre garantizar la salud de la población y garantizar la salud de la democracia.

Hoy, las autoridades electorales en todo el mundo tienen una oportunidad y una responsabilidad: la oportunidad de repensar los procesos de cara a la nueva normalidad; y la responsabilidad de asegurar la institucionalidad democrática, en un entorno por demás complejo. En un contexto global donde siguen vigentes las tendencias autoritarias, no podemos permitir que las democracias liberales hagan de la salud pública el argumento de quienes pueden temer a la expresión popular.

Con medidas sanitarias adecuadas, como las que está instrumentando el INE con base en el antecedente exitoso de Coahuila e Hidalgo, las elecciones deben celebrarse en tiempo y forma. Es demasiado lo que está en juego.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA POR EL PRI
@RUIZMASSIEU

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