SILBATAZO INICIAL

Premio a la ilegalidad…

Diego Armando Maradona es adorado como deidad por muchos, pero te cuento por qué debemos bajarlo del pedestal, tomando en cuenta sólo lo que hizo como futbolista

OPINIÓN

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José Eduardo Iga / Silbatazo inicial / Opinión El Heraldo de México

He llamado a un aficionado argentino en Arrebato deportivo, programa que conduzco en El Heraldo Radio Laguna, luego de las declaraciones de Jorge Valdano, en donde aseguraba que Maradona había preparado en múltiples ocasiones la Mano de Dios, y por supuesto, ante la inquietud que me impide concebirlo como uno de los mejores jugadores de la historia.

El fanático pampero citaba que nadie tenía una pasión como la del 10 de la albiceleste. Decía que el país sudamericano contaba con grandes individualidades, pero como en casi toda Latinoamérica, colectivamente desaparecen. Señalaba que con Messi no hacían nada, e incluso que periodistas han examinado la trayectoria de la pelota cuando es pateada por el barcelonista, y cuando lo era por Maradona y que, en el caso del segundo, se notaba la elegancia y la técnica. Deme todos los argumentos que quiera. La ductilidad de Diego, la exquisitez, y hasta sus grandes goles y lo impensado que logró con el Napoli, pero a mí nada me ha logrado convencer, porque incluso numéricamente se encuentra por debajo de muchos cracks mundiales.

“Futbol”. Balompié en español. Ojo. No balonmano. Partiendo de la premisa básica del reglamento, Maradona era un tramposo. Nada fue circunstancial. Lo entrenaba, lo ejecutaba. Cuando tenía que hablar de ello, se burlaba. Nunca pudo aceptar que se equivocó. Cómo hacerlo si el tipo lo planeó. La jugada más penada en el futbol fue la que él, con cinismo, ejecutó. Para mí este argumento, simplista si se quiere, es suficiente, y sin pretender profundizar, aunque lo haré por si no queda claro.

En el Mundial del 90 fue cómplice cuando echaron fármacos al agua que bebía la selección de Brasil en un encuentro contra ellos. Lo admitió. Y ojo, sólo hablo sobre lo que ocurría dentro de la cancha, para no desbalancear injustamente al lado humano, como muchos pretenden hacer para demeritarlo.

No dejemos que la emoción rebase a la objetividad. Pelé, Cristiano y Messi llevaban más participaciones directas en goles que Diego, si tomamos en cuenta el mismo número de partidos. Y eso porque el espacio no me deja hablar de más futbolistas. En campeonatos, los tres lo pulverizan, más allá de que Messi aún no haya ganado un Mundial. En aquel entonces no había balones de oro para no europeos; quizá ahí también saldría perdiendo por sus intermitencias de nivel y lesiones. Si numéricamente no lo fue, para mí, futbolísticamente, mucho menos. Dejemos de ponerlo en un pedestal, y no premiemos la ilegalidad, al grado de etiquetarla como deidad. Un artista cuando se lo proponía. Así hay que recordarlo.

POR JOSÉ EDUARDO IGA

TITULAR DE ARREBATO DEPORTIVO EN EL HERALDO RADIO TORREÓN

TWITTER: @JOSE_IGA

dza