DEFINICIONES

Presidente popular

Siete de cada 10 aprueban a Andrés Manuel López Obrador. El fenómeno de su alta aprobación no pasa por los resultados de su gobierno

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lo del presidente López Obrador, la forma en que conecta, la manera en que reúne a miles, el fenómeno que representa… no se ve todos los días. La demostración de músculo del miércoles en el Zócalo queda como estampa de la popularidad de quien encuentra en la plaza pública gasolina para él, su gobierno y su movimiento.

Más allá de sus decisiones y sus políticas de gobierno, que a algunos podrían gustar y a otros no; de los resultados o pendientes; de los éxitos o fracasos en lo que va de su sexenio, el arrastre que tiene hace años y que mantiene a la mitad de su gobierno, no es cosa cotidiana. Ahí está su popularidad. Según la encuesta de Buendía, en El Universal, tiene 68% de aprobación; De las Heras Demotecnia, le da 71%; El Financiero, 66%; Mitofsky, 66%. En las cuatro, la tendencia es creciente. Su popularidad aumentó con respecto a la última medición. Siete de cada 10 lo respalda.

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Podríamos revisar si fueron 150 mil, 200 mil o 250 mil las personas que se reunieron en la plaza de la Constitución a escuchar su mensaje por los tres años de gobierno. Si de esos, miles llegaron por sus propios medios o fueron “acarreados”. Será la misma discusión de siempre. Lo cierto es que nadie ha llenado tantas veces la plancha de Zócalo como él, quizá porque nadie ha caminado tanto el país como él, nadie ha estrechado tantas manos, ni se ha dirigido tanto a quienes durante años no figuraron más que en el discurso. A ellos les habla, en buena medida. El análisis sobre su gobierno se hace diario. Por supuesto, habrá que continuar señalando y criticando lo criticable, pero habrá que comprender que la aprobación presidencial corre por un carril separado. No se recarga en las decisiones de gobierno, tampoco en las políticas que se impulsan ni en los logros obtenidos. Es una efervescencia que López Obrador despierta.

La alta calificación es a un hombre. Porque ni los indicadores de seguridad, combate a la pobreza, manejo de la pandemia o abasto de medicamentos, dan para ser tan optimistas. Pero la popularidad presidencial trasciende la evaluación por rubro. Es un fenómeno que, si la oposición no intenta comprender sin apasionamientos, no podrá revertir. Si lo siguen revisando e intentando contener con métricas, cifras y argumentos que no conectan ni son digeribles para el grueso de los mexicanos, volverán a toparse con pared. Mientras les tenga ganada la plaza pública, continuarán arrinconados y reducidos.

Sí, los programas sociales y su estrategia de comunicación dan soporte a la fortaleza en su popularidad. Pero se trata de coherencia y disciplina. Un discurso consistente que no cambia, que no se ha movido hace 20 años. Un hombre disciplinado en su narrativa, en sus formas. ¿Alcanza esa alta aprobación para hacer un buen gobierno? Desde luego que no, pero esa es otra historia. Por ahora, es suficiente para gobernar a sus anchas, concentrar poder y caminar rumbo a 2024 con la sartén por el mango.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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