COLUMNA INVITADA

AMLO en las Naciones Unidas: México como actor global

Este es el segundo de dos momentos en los que el presidente deja entrever el siguiente paso de nuestra política exterior hacia la segunda mitad del sexenio

OPINIÓN

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Temístocles Villanueva Ramos / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

En diplomacia, la forma es fondo. Los tiempos, el lugar y la forma de tratar los temas son, en muchas ocasiones, la médula de la labor diplomática. Lo anterior lo tiene muy claro el presidente López Obrador quien hoy, a tres años del inicio de su gobierno, ha empezado a marcar las pautas para un viraje de la política exterior en su administración. Es el paso siguiente de una trayectoria planteada desde antes del inicio del sexenio, con una visión clara de estrechar la interrelación entre lo que ocurre en el interior y el lugar que ocupamos en el exterior, reconociendo que se trata de una interacción por demás compleja.

El día de hoy, el presidente viaja a Nueva York para participar en una de las sesiones de apertura del Consejo de Seguridad bajo la presidencia en turno de México. El Consejo de Seguridad es el órgano más importante de las Naciones Unidas, no sólo porque es el único órgano cuyas decisiones son enteramente vinculantes, sino también porque —para bien o mal— es el órgano más representativo del orden internacional resultante de la Segunda Guerra Mundial. Esta es la sexta vez en la que México forma parte del Consejo como uno de los diez miembros no permanentes que lo integran. Durante su historia en el Consejo, el Estado mexicano ha defendido muchas de las grandes causas del mundo hispanoamericano y el Sur global. No sólo eso: ha aprovechado el espacio para distanciarse de Estados Unidos en momentos clave, ejerciendo su autonomía respecto a la agenda de nuestro vecino del norte.

Este es el segundo de dos momentos en los que el presidente deja entrever el siguiente paso de nuestra política exterior hacia la segunda mitad del sexenio. El primero fue su intervención del 24 de julio de este año en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), momento en el que expuso los principios de su política exterior y su visión del futuro de nuestra región frente los cambios en el orden internacional.

Frente a la visión compartida por el presidente en dicha intervención, la participación de México en el Consejo de Seguridad resulta fundamental en la reafirmación de quiénes somos y qué lugar ocupamos en el mundo. En los últimos tres años, México no ha dejado de participar en los principales foros internacionales. Al contrario: hemos tenido una participación más que destacada en la adopción del Pacto Global para una Migración Ordenada y Segura; hemos formado parte de las grandes conversaciones sobre medio ambiente y desarrollo económico, y hemos sido una voz central en la lucha por la liberación de las patentes de vacunas para hacer frente a la pandemia de Sars-COV 2.

En este sentido, la visita del presidente a la sede de las Naciones Unidas no es un hecho aislado, bajo el sentido de establecer el necesario diálogo bidireccional entre el interior y el exterior. Lo hace desde un espacio y un momento muy claros: el Consejo de Seguridad y el momento de quiebre en el que se define el futuro del mundo post pandemia. Habla entonces de la corrupción como productora de desigualdad. Acá no debe ignorarse lo segundo para sólo pensar en lo primero. Sí, el combate a la corrupción es el gran motor de la Cuarta Transformación que encabeza el presidente. Pero la desigualdad que produce (fruto de la inequidad, la impunidad y la falta de recursos enfocados a una política social que nivele las condiciones de vida de todas las personas) es el gran tema de alcance global para entender un nuevo orden internacional.

Así, al hablar de los resultados de la corrupción traducidos en más y más agudas dimensiones de desigualdad, es hablar de más de un tema: el desabasto global de vacunas y sus consecuencias, la migración y la complejización de sus dinámicas, y el impacto que tiene la desigualdad en la falta de una paz y seguridad duraderas y estables. Estos son temas actuales que requieren de la experiencia latinoamericana y desde el Sur global. Hoy, a tres años de gobierno y con un  trabajo en curso detrás, México vuelve a adoptar un activismo cada vez más claro sobre temas claves, bajo la lógica de que el liderazgo sin experiencia que lo respalde es un liderazgo vacío.

Para entender esto, falta ver los dos momentos en que el presidente ha conectado el trabajo interno con los trabajos regional, en la cumbre de la CELAC, e internacional, en el Consejo de Seguridad. Ambos espacios no fueron elegidos de forma gratuita: al contrario, representan dos de los principales foros políticos, para América Latina (fuera del contexto de una Organización de Estados Americanos desprestigiada por el manejo faccioso de su Secretario General), y para el mundo (fuera de los espacios que, como el G20, han querido privilegiar el diálogo económico sobre el político, asumiendo que el segundo deriva del primero). No, no son decisiones gratuitas. ni errores. Son decisiones conscientes para dar a entender la posición de México en un mundo que requiere un cambio radical, empezando por cuestionar las viejas formas de la diplomacia.

POR TEMÍSTOCLES VILLANUEVA RAMOS
DIPUTADO LOCAL DE MORENA
@TEMISTOCLESVR

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