CAMPUS

Estado gamberro

En esta sociedad, las instituciones de impartición de justicia sirven para perseguir opositores y disidentes

OPINIÓN

·
Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con la vanidad que ha generado en los partidarios del obradorismo la cursilería kitch que parieron los guardianes de la estética gubernamental, el lunes se celebraron los 200 años de la consumación de la independencia, con una recreación boba y trillada de la historia de México. La piñatita costó la friolera de 34 millones de pesos.

Desafortunadamente, la situación límite por la que atraviesa el país trasciende el mal gusto de la clase política o su proclividad al dispendio y la frivolidad.  La realidad es que el pacto tácito de la presidencia con los grupos criminales le quita a nuestro país –a doscientos años de su gesta libertaria- viabilidad como un estado funcional. El incendio del club Baby’O es el punto de inflexión que simboliza el inicio del narco populismo obradorista. El mensaje de esta nueva era es claro y contundente, y esclarece lo que se vislumbraba desde hace meses: el crimen organizado es quien manda en Guerrero y gobernará durante los años por venir.

La política de laissez-faire con relación a la camorra ha frenado de tajo la transición democrática y libertaria que detonó el sindicalismo en los cincuenta del siglo pasado y los estudiantes del 68.

La hegemonía que han establecido los cárteles en gran parte del territorio nacional es un juego de suma cero que va en detrimento de las libertades individuales. En los 700 municipios donde las autoridades cogobiernan con malhechores de los cárteles del Pacífico, de los Zetas y la Familia Michoacana se ha perdido el 30% de su población, que ha sido desplazada de sus comunidades por la total indefensión en que viven, víctimas de una doble tributación del Estado y los cárteles que sí detentan el monopolio de la fuerza. Los paramilitares y las autodefensas han contribuido a generar una espiral de violencia a la que no se ve fin. La estrategia de brazos caídos ha sido hasta ahora causante del período de mayor violencia en la historia reciente de México.

Renunciar a combatir el hampa es un grave error y le resta herramientas de sobrevivencia a la población más vulnerable. Y coloca al artífice de esta estrategia como el mayor benefactor del crimen. En estas comunidades se ha dado un repunte exponencial en delitos como el secuestro y la extorsión o -como lo conoce el presidente AMLO- “el cobro de derecho de piso” que ha convertido a millones de mexicanos en desplazados y migrantes.

La generación de un sistema y entramado institucional mafioso por parte de las autoridades no solamente involucra la colusión con los malandros. En esta sociedad las instituciones de impartición de justicia sirven para perseguir opositores y disidentes y las nuevas reglas del juego son adecuadas para hacer nuevos negocios, lavar dinero y asegurar un electorado cautivo.

La amenaza más grande a nuestras libertades proviene del Estado y de la colusión con los delincuentes; nuestra democracia está en riesgo y difícilmente podremos seguir festejando aniversarios de la gesta de independencia si no le regresamos al Estado el monopolio del uso legítimo de la fuerza.  

POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1

MAAZ