Desde el periodo de transición, el diagnóstico del nuevo gobierno de la 4T encontró un sistema de salud descuidado, precarizado en la atención médica, desmantelado en la infraestructura y en sus recursos humanos, producto de décadas de políticas neoliberales. El proceso de descentralización de los servicios de salud de la década de los ochenta, se caracterizó por transferir facultades y atribuciones de la Federación hacia los estados con el propósito de que los servicios prestados fueran más eficaces y eficientes. El resultado: no se mejoró la calidad de la atención médica, se abrió la brecha de la desigualdad en salud, se precarizó la relación laboral del personal de salud y los actos de opacidad en el manejo de los recursos financieros fueron una constante.
Al inicio de esta administración, se trató de implantar un modelo contra hegemónico para brindar atención médica a la población sin seguridad social, con un modelo de Atención Primaria a la Salud (APS) de “abajo hacia arriba”, es decir de la comunidad (participación comunitaria) y el personal de salud operativo hacia la “cúpula dirigente”. Desafortunadamente, la pandemia por COVID-19 vino a detener este nuevo diseño de política pública.
La crisis provocada por la pandemia, junto con la infodemia en salud, aunado a problemas con la adquisición de medicamentos y una mala comunicación por parte del sector salud, han traído como consecuencia que la política de salud de esta administración se encuentre en un “compas de espera” que ha sabido aprovechar la derecha.
La pandemia, además exhibió no solo en México sino a nivel global la profunda desigualdad y “las grietas del sistema económico dominante de las últimas décadas”, situación que han entendido bien los países nórdicos (Noruega, Dinamarca, Finlandia, Islandia y Suecia) quienes últimamente han dado “un brinco a la izquierda”, estos países tienen sistemas con un mayor “estado de bienestar en salud”, al cual aspira esta administración y, cuya clave es la “colaboración social”.
El pasado mes de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador informó sobre “retomar” el diseño inicial para lo que resta de su administración: “estamos buscando federalizar de nuevo todo el sistema de salud público”. El éxito en la implementación operativa de la “federalización” de todo el sistema de salud público, va más allá de la centralización hospitalaria, necesariamente debe transitar por un “equilibrio” entre la prestación de servicios curativos y preventivos, con una APS única para todo el sector, con un fuerte apoyo comunitario, ya que hoy en día todas las instituciones del sector salud tienen modelos de APS diferentes, sin olvidar la relación contractual y sindical de los trabajadores.
La visión en la segunda mitad del sexenio debe ser una “federalización moderna”. Centralización administrativa y descentralización operativa. El país merece retomar el camino correcto y privilegiar la salud pública, única y gratuita. Hay que mantener encendida la flama de la esperanza.
POR JUAN MANUEL LIRA
MÉDICO Y ANALISTA EN TEMAS DE SALUD
PAL