¿Quién se habría imaginado que, a menos de un año de que Joe Biden juramentara como el presidente 46 de Estados Unidos, y tras el rechazo internacional ganado por Donald Trump, estuviéramos atestiguando un nivel de aprobación bajo para un personaje que todos pensaban que devolvería el equilibrio al multilatelarismo? La verdad es que nadie, pero desafortunadamente lo que tenemos es un presidente demócrata con un grado creciente de debilitamiento y una necesidad de maniobrar velozmente en el último trimestre de 2021 para evitar que se le descarrile el primer año de gobierno.
Biden ha empezado a corregir la mala percepción que se generó tras la desastrosa salida de Afganistán. Esa percepción se agravó con el lanzamiento de la iniciativa AUKUS, una alianza estratégica con el Reino Unido y Australia para la región del Pacífico, que fue manejada torpemente ante Francia con el entrometimiento americano en la venta de unos submarinos, desatando la ira de Emmanuel Macron. El desastre requirió la presencia de Anthony Blinken, el Secretario de Estado, en París, para sanar heridas y para anunciar una próxima reunión de Biden con Macron.
A este compromiso con Francia se suma una colección de cumbres que están por ocurrir. Biden aparecerá en la cumbre del G20, en Roma, Italia, el 30 y 31 de octubre, en lo que será su primera aparición en este foro de los países más poderosos del mundo. Esta cumbre será presencial, luego de que la anterior, con Trump, se celebrará virtualmente. No obstante, al G20 no acudirá Xi Jinping, el presidente chino, para quien Biden reservó una reunión virtual bilateral antes de que finalice 2021.
A lo anterior debemos añadir la próxima reunión de la COP26, en Glasgow donde Biden buscará afianzar su lugar preponderante ante el desafío más trascendental de la humanidad: el cambio climático. Además de esa, Biden también convocó a una cumbre completamente nueva de líderes mundiales para abordar el tema de la democracia. Esta tendrá un fuerte componente político y servirá para enviar un mensaje firme a los países donde el autoritarismo se ha afianzado, como Rusia o Turquía.
Una posible reunión más, con el presidente López Obrador, de México, podría poner la cereza a todo el esfuerzo realizado por el propio Blinken con el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, luego de la exitosa reunión que ambos encabezaron hace unos días en materia de seguridad y que culminó con el nuevo marco de cooperación denominado el Entendimiento Bicentenario.
¿Serán suficientes los esfuerzos de Biden para cambiar el rumbo de este año difícil? Es posible. Pero no será sencillo. El presidente requiere una calibración milimétrica de todas las iniciativas lanzadas hasta el momento, para que su política exterior se construya sobre muros firmes. Una buena ejecución del acuerdo con México sería un buen ejemplo para mostrarle al mundo la capacidad de su gabinete de entregar resultados que afiancen su legitimidad tanto interna como internacional.
POR BEATA WOJNA
PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@BEATAWOJNA
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