Desde afuera

Relaciones, a debate

La retórica del presidente López Obrador y los acercamientos con los gobiernos de Cuba y Venezuela son anatema para los estadounidenses

Relaciones, a debate
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Las relaciones entre México y Estados Unidos han sido una preocupación constante en nuestro país ya hace siglos, pero rara vez han sido motivo de tanta preocupación como ahora.

De acuerdo con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, “tenemos una buena relación con la administración del presidente (Joe) Biden (…) Vino la vicepresidenta de Estados Unidos (Kamala Harris) y con un equipo para hacer una reunión con respecto a la seguridad. No sólo hay una relación más frecuente de alto nivel, sino que hemos logrado avanzar en visiones comunes sobre problemas que son comunes, o sobre lo que tenemos que enfrentar en los próximos años”.

En la opinión de los críticos, la relación es mala, se ha deteriorado debido, entre otras cosas, a la retórica del presidente Andrés Manuel López Obrador y acciones de su gobierno, de la reformulación de la política energética a los acercamientos con gobiernos que como los de Cuba y Venezuela, son anatema para los estadounidenses.

El debate está polarizado. Pero la relación no está en ninguno de los dos extremos, sino en algún lugar en las áreas grises intermedias.

Hay intereses de largo plazo que se sobreponen al debate del día, no importa qué tan escandaloso sea.

En términos reales, son relaciones condicionadas y determinadas por la cercanía geográfica y la creciente interrelación familiar, social y económica entre ambos países. Los dos tienen intereses que proteger y adelantar en la que es, para bien o para mal, una relación inevitable.

Esto no quiere decir que los presidentes tengan que llevarse bien o mal personalmente. Los sentimientos personales no tienen o no debieran tener espacio en lo que se trata sobre todo de intereses y conveniencias nacionales.

Y el punto número uno en esa situación es el mantener abiertos los canales de comunicación y evitar acciones que puedan alterar de fondo las bases de negociación.

La consideración no es por gusto. Es por necesidad.

El debate migratorio y las cuestiones de seguridad derivadas del doble problema del tráfico de narcóticos, armas, dinero y personas, son el centro de una discusión que se da paralelamente en y entre los dos países, aunque con premisas diferentes. Lo cierto es que Estados Unidos y México no pueden aspirar a resolver sus problemas, sean de migración o violencia, sin la colaboración del otro.

Lo que sí hay ahora es una situación complicada. Nunca, como ahora, México había estado tan cerca del centro en el debate político doméstico estadounidense y raras veces un gobierno mexicano había parecido tener tan pocos aliados en Washington, dada la irritación despertada por el gobierno de López Obrador entre legisladores, académicos y organismos no-gubernamentales.

Pero el estilo de López Obrador no borra las necesidades inmediatas de Biden, ni la urgencia de los problemas con China cancela para AMLO la realidad de una vecindad.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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