COLUMNA INVITADA

La última jugada de Trump

El 6 de enero se lleva a cabo la sesión en conjunto de ambas cámaras del Congreso de EU para hacer el conteo oficial

OPINIÓN

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Lila Abed/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Hoy es la última jugada del presidente Donald Trump para intentar cambiar los resultados de la elección presidencial a su favor. Tal como lo marca la Constitución, el 6 de enero se lleva a cabo la sesión en conjunto de ambas cámaras del Congreso para hacer el conteo oficial de los 538 votos emitidos por los electores en el Colegio Electoral el pasado 14 de diciembre, los cuales le otorgaron el triunfo al presidente electo, Joe Biden con 306 votos frente a los 232 de Trump. La sesión la presidirá el vicepresidente, Mike Pence

En semanas pasadas, el mandatario de EU ha presionado tanto al vicepresidente, como a congresistas republicanos a que rechacen los votos de los electores y presenten objeciones en la sesión de hoy. A pesar de que Trump perdió la elección, muchos republicanos apoyan su discurso de que hubo fraude electoral y que los demócratas le robaron el triunfo al presidente. Con la amenaza de que Trump se puede lanzar en 2024, más de cien congresistas han anunciado que se opondrán a aceptar los votos electorales de los estados bisagra en el Colegio Electoral. Para que haya una objeción, se requiere de la firma de un representante y de un senador por escrito. Al leer el conteo del resultado por cada estado, el vicepresidente mencionará si hay objeciones presentadas. Si las hay, se suspende la sesión y cada cámara por separado tiene hasta dos horas para votar sobre la objeción de ese estado. Para que esta prospere, requiere de una mayoría simple en ambas cámaras. Debido a que los demócratas controlan la Cámara de Representantes, es casi seguro que ninguna objeción avance y la sesión en conjunto continúe sin cambiar el resultado de la votación. Si se presentan objeciones de otros estados, el mismo proceso se repite.

Desde la vigencia de la Ley de Conteo Electoral de 1887, sólo ha habido dos objeciones apoyadas por un senador y un representante —en 1969 por la votación de un elector infiel y 2005 por irregularidades en la votación en Ohio— las cuales fueron vencidas por no obtener el apoyo de la mayoría en ambas cámaras. En el supuesto caso de que se aprobara una objeción y se anularan los votos de ese estado, lo cual no ha ocurrido en 130 años, y que ningún candidato llegara a los 270 votos para ganar en el Colegio Electoral, la elección del presidente se turnaría a la Cámara de Representantes. La última vez que una elección presidencial se decidió en el Congreso fue en 1824. Y es justo esto lo que quiere Trump. Su estrategia, que es altamente improbable que suceda, es que la Cámara de Representantes escoja al presidente con una mayoría absoluta, en la cual cada estado representa un voto y el candidato necesitaría 26 votos de 50 para ser elegido. Si la elección llega al Congreso, es muy probable que Trump sea electo en la cámara baja, ya que 26 estados tienen una mayoría de legisladores republicanos, los suficientes votos para convertirse en presidente. A Trump solo le importa sí mismo, aunque eso signifique desprestigiar y poner en riesgo al sistema electoral y a la Constitución de Estados Unidos. Perderá una y otra vez.

 

POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@LILAABED