WASHINGTON. Al margen de la cordialidad o la convivialidad o la cortesía que haya habido en la conversación que sostuvieron los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden, lo más probable es que al menos al principio del actual gobierno estadounidense, las relaciones bilaterales sean "un poco rocosas".
La descripción no es gratuita. Los contactos y las negociaciones entre Estados Unidos y México son siempre complicadas, tanto que algunos investigadores la han comparado con las relaciones entre el coyote y el correcaminos en los dibujos animados.
De sobra está decir que el figurativo coyote es EU, siempre armado con tecnología y grandes ideas que no evitan los milagrosos escapes del igualmente escurridizo correcaminos. Lo que está claro, además, es que en gran medida, el peso de la relación está en el gobierno mexicano y la manera en que el presidente López Obrador y su equipo reaccionen ante las iniciativas de Biden.
La política del gobierno Biden hacia México está de hecho en etapa de formulación y como siempre, todo está abierto. Eso no quiere decir, sin embargo, que entre sus simpatizantes, o los analistas demócratas, no haya quienes sientan que la presión abierta sea una herramienta. Para ellos, las amenazas del presidente Donald Trump de usar sanciones comerciales para obligar al gobierno mexicano a impedir el paso de peticionarios centroamericanos de asilo mostraron que es posible usar esa fórmula.
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Desde el lado mexicano, la postura adoptada por el gobierno López Obrador bien podría verse como señal del interés en impedir que Trump tuviera pretextos para tomar mayores medidas contra México.
Pero también es cierto que de acuerdo con analistas y simpatizantes, el gobierno Biden no tiene apetito por presiones o insultos; simplemente no es su estilo.
En ese marco, hay expectativas por las actitudes que asuma el gobierno de López Obrador, que en la descripción de Pamela Starr, de la Universidad de California, se resiste a lo que le parezcan demoras por buscar construir con rapidez un país más igualitario y próspero bajo la guía benevolente de un Estado fuerte.
El gobierno Biden es más sensible a temas como derechos humanos, medio ambiente y democracia, y buena parte de los organismos no gubernamentales o grupos académicos estadounidenses en esos temas tiene motivos para sentirse irritado, o afectado, por alguna de las políticas de López Obrador.
En ese sentido, en Washington se cree que las actitudes recientes de López Obrador son de hecho señalamientos defensivos para mostrar los dientes, pero sin llegar a un rompimiento que ninguna de las partes busca, ni desea.
Ciertamente no es la primera, y probablemente tampoco la última vez, que EU y México chocan en algunos temas y colaboran en otros. O que convienen en estar de acuerdo que están en desacuerdo. Pero siempre queda la interrogante: ¿alguna vez el coyote atrapará al correcaminos?
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1