CONTRA LAS CUERDAS

Los tiempos de Dios

Conocí a José Luis Valencia, premio nacional de cuento Juan José Arreola 2020, un 3 de diciembre, de hace 10 años

OPINIÓN

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Alejandro Sánchez / Contra las cuerdas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Conocí a José Luis Valencia, premio nacional de cuento Juan José Arreola 2020, un 3 de diciembre, de hace 10 años. Le vi por primera vez en la FIL de Guadalajara. Y para ser exacto, era poco más del mediodía. Me alistaba para la presentación de un libro en aquella edición de la Feria donde me sedujo la sensibilidad de Valencia, así como su manera de observar más allá de lo que otros vemos a simple vista.

Con algunos amigos pude disimular la catarsis que significó presentar mi primer libro en un foro tan importante -con el corazón roto por temas que no vale la pena recordar-, menos con Valencia. Su manera de mostrar solidaridad nos ha tenido juntos todo este tiempo.

En el año en que lo conocí, la violencia que azota al país ya se visualizaba por todos lados: homicidios récord, se habían encontrado las primeras fosas clandestinas con decenas de cadáveres, en plena clase las maestras se arrojaban al piso con sus alumnos y les cantaban canciones infantiles para ayudar a intentar guardar la calma, mientras afuera los carteles de la droga se disputaban las plazas con armas de alto poder.

Los periodistas que discutíamos el tabú sobre si se debe o no dar cobertura a la vida personal de los políticos y arrojar luz sobre historias pasionales al amparo del poder, tuvimos que redireccionar el objetivo, porque los colegas especializados en temas de seguridad ya no eran suficientes para narrar los nuevos acontecimientos.

Entonces tuvimos que viajar a los sitios más violentos del nuevo México. En Michoacán, entendí lo difícil que debe ser para un escritor hacer ficción y acercarse a la realidad.

Jamás hubiera podido crear un personaje como el padre Goyo. De no ser porque me tocó acompañarle en su día a día, nunca hubiera creído que existía un sacerdote que desde el púlpito un día dijo: “Ya no puedo seguir oficiando la palabra de Dios en un lugar que apesta a muerte o donde todos los días me llegan madres de familia llorando porque los criminales van a sus casas y en las puertas avientan a sus hijos hechos cachitos”.

La historia violenta de México está donde se encuentra por impunidad, corrupción y porque se ocultó desde las esferas del poder o porque como sociedad optamos por la indiferencia. Doy fe de que, desde entonces, Valencia se inmiscuyó en los hechos que constituyen la historia nacional reciente, se involucró con las víctimas del crimen, acompañándolas, pero sobre todo escuchándolas y viviendo con ellas parte de su dolor.

Festejo que en medio del túnel en que se ha convertido el país, Valencia haya escrito Los Tiempos de Dios, pues a pesar de tratarse de historias sin final feliz, hay algo que caracteriza a sus personajes: en cada uno hay poesía y mucho amor, algo que suele faltar en la historias crudas de los medios de comunicación.

Contrario a lo que parece, él no escribe de la violencia como tal sino de las personas en la violencia, su tinta se convierte en Rayos X literarios del alma. Los sentimientos son la realidad.

Lo mejor es que tenemos a un autor en plenitud de la creación literaria. Gracias, Vale, por escribir, y darme la oportunidad de presentar tu segundo libro en la FIL. Feliz, cumple.

POR ALEJANDRO SÁNCHEZ
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@ALEXSANCHEZMX