DESDE AFUERA

CELAC: la salida de Brasil

El gobierno de Jair Bolsonaro dio un golpe a las aspiraciones mexicanas de liderazgo regional

OPINIÓN

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José Carreño Figueras/ Desde Afuera/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Con el anuncio de la salida de Brasil de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), el gobierno de Jair Bolsonaro dio un golpe a las aspiraciones mexicanas de liderazgo regional, en un capítulo más de una larga historia de desconfianzas y competencia entre los dos mayores países de la región.

Para el gobierno mexicano, en especial el canciller Marcelo Ebrard, la revitalización de la organización propuesta en 2008, por la administración de Felipe Calderón en la Cumbre de Cooperación y Desarrollo en Brasil, que terminó con la Declaración de Bahía y el establecimiento de una agenda común con prioridades como la cooperación entre los mecanismos de integración regional y subregional, la crisis financiera mundial, energía, infraestructuras, desarrollo social, erradicación del hambre, seguridad alimentaria, sostenibilidad, desastres naturales, promoción de derechos humanos, migración, cooperación Sur-Sur y proyección de América Latina y el Caribe; era un intento de crear un bloque que pudiera hacerse valer en los organismos internacionales no sólo respecto a otras agrupaciones regionales sino en particular frente a las grandes potencias –como el hegemón estadounidense–.

El nuevo grupo fue formalizado al siguiente año y la CELAC creada en 2010, durante una conferencia cumbre regional en Playa del Carmen.

Pero los recelos y desacuerdos, además de la complicada situación regional, la llevó a languidecer. 

México retomó la Presidencia del grupo en enero de este año y la revigorizó con un ambicioso programa de trabajo, con metas de lo idealista (cooperación espacial y gestión sustentable de los recursos oceánicos) a lo viable, como las posiciones coordinadas en organismos mundiales o a lo posible, como la lucha contra la corrupción.

El hecho es que la Presidencia de un grupo que integraba a los 34 países latinoamericanos y del Caribe permitía que México hablara a nombre de la región.

Pero la salida de Brasil limita su impacto. Es el país más grande, más poblado y quizá el que tiene más contactos fuera del continente: el único con una real política africana y miembro del grupo BRIC, con Rusia, India, China y África del Sur.

Es cierto que el presidente Bolsonaro tiene una imagen internacional pésima –por su extremismo, su política anti-ambientalista y su manejo de la pandemia–, y que su razón explícita para dejar el CELAC fue la presencia de los gobiernos izquierdistas de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Favor le hizo a la imagen de su país y una política exterior que se supone tiene intereses de largo plazo. 

Al margen de preferencias ideológicas, si una organización regional latinoamericana no puede ser completa sin Brasil, tampoco puede serlo sin cubanos, nicaragüenses o venezolanos.

La decisión como tal es lamentable. Peor aún, pone al descubierto algunas de las fracturas latinoamericanas y de paso el triunfalismo de un sector de la cancillería mexicana.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1