AÑO NUEVO

El ritual del año nuevo

Este año ha sido una experiencia sobre la cual se debe reflexionar

OPINIÓN

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FINALIZA UNA ÉPOCA.El 2020 fue un año complicado para la humanidadCréditos: Especial

El 2020 ha sido un año inédito; complejo, desafiante. Sin duda no fue lo que esperábamos cuando comíamos las uvas hace 12 meses. Además, voló. Vivimos la extraña experiencia de la viscosidad del tiempo, que parece pasar lento, pero se mueve rápido. Y ya estamos a horas de vivir nuevamente el ritual del nuevo año, momento en el que solemos hacer un corte de caja y revisar nuestras vidas.

Y es que, en un año lleno de insospechadas restricciones, si no fuimos capaces de aceptar la privación y ajustar la mira de nuestros propósitos, podemos llegar a sentir frustración. Este año no resultó ser tanto para conquistar, como lo fue para apreciar, lo que tenemos, lo sencillo, lo silencioso.

No fue un año para tener más, sino para ser más; para estar ahí, presentes, con nuestros hijos y acompañarlos a crecer ante la adversidad, y para compartir vida, lo fácil y lo menos fácil, con nuestra familia íntima. No fue un año para recorrer el mundo exterior, sino el interior.

Ha sido un año sin ver las sonrisas espontaneas de los extraños por la calle, quienes además se tornaron en sospechosos, un año en el que los besos y los abrazos que tan gratuitamente nos dábamos, se volvieron amenazas soslayadas, un año de incertidumbre, de muchas preguntas y pocas respuestas.

Para muchas personas, el 2020 no solo trajo aislamiento, sino pérdida, escasez y dolor. No ha sido un año cómodo, pero no es en la zona de confort en la que uno crece; y con un poco de fortuna, hemos crecido en fortaleza, en humanidad… en conciencia.

Y si, hagamos ese balance que el fin de un año nos invita a hacer, y seamos benevolentes con nosotros mismos, pues el año que ahora empieza, nos brinda también la oportunidad de rectificar, alinear nuestras prioridades y ajustar el rumbo.

Es como ir nadando con la cara dentro del mar, y de pronto alzarla para respirar. Y mientras el aire fresco llena tus pulmones, mirar la inmensidad de las oportunidades que el océano te ofrece, para elegir libremente si sigues nadando en la misma dirección, o si te enfilas hacia nuevos mares.

El año nuevo viene preñado de esperanza, de la posibilidad de soltar lastres y alzar el vuelo ligeros. Y tengamos grandes esperanzas, ilusionémonos, hagamos planes y pongámosle el corazón, pero no los convirtamos en expectativas rígidas de las cuales dependa nuestra felicidad.

Este año nos ha enseñado que tenemos que ser capaces de adaptarnos y dejar de controlar lo incontrolable. Seamos como el bambú que tiene sus raíces en la tierra, y crece con dirección al cielo, pero es flexible para resistir los inesperados vendavales. Sin duda habrá muchos renglones en los que podemos y querremos crecer en el 2021, pero hay uno trasversal que todo permea, el amor. Que en el 2021 seamos capaces de amar más, por que el amor es la semilla de la felicidad. Y esa decisión si está en nuestras manos.

Por: Javier Careaga