TRES EN RAYA

2020, año maldito; 2021, normalidad segmentada

El vacunarse no sólo será un acto de cuidado con uno mismo, sino un requisito de aceptación a participar en actividades

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Más de 124,000 muertes en México por covid y cerca de 1,400,000 casos confirmados desde que llegó el virus a territorio nacional. Son demasiados. Un exceso para quienes hemos sufrido la pandemia. Sin embargo, no hay un atisbo de que estas cifras vayan a cesar pues, por lo pronto, ni siquiera decrecen. Tan solo el martes pasado hubo en el país más contagios (12,099) que el total contabilizado de vacunaciones en las tres jornadas que ha habido (9,579).

Existen estudios que señalan el uso del cubrebocas como un acto de generosidad por quienes lo portan hacia el resto de la sociedad. Esto es, más que un acto de egoísmo en el sentido de protegerse uno mismo, constituye una expresión de altruismo para contribuir a la salud de las demás personas. Un gesto que, de generalizarse, tendría un impacto por demás importante para controlar la pandemia en el mundo. Su ausencia, por el contrario, contribuye a desbocarla.

Pronto, si bien poco a poco, irá aumentando el número de personas vacunadas. Más nos vale, pues nos va el futuro en ello. Y, en esa misma proporción, pero en sentido contrario, el NO vacunarse tendrá nuevos costos. En términos económicos, de vida y de salud, ciertamente.

Pero hay un costo más. Por cuestiones de salubridad necesarias, querámoslo o no, las sociedades y la vida en colectividad cada vez estarán más y más segmentadas entre quienes estén vacunados y quienes no. Esa es la verdad.

Así, igual como resulta cada día más común encontrar espacios donde es necesario mantener sana distancia y/o utilizar cubrebocas, llegará el día en que será necesario probar que se tiene la vacunación anti covid para acceder a determinada actividad.

Hoy, ya algunos países han ligado la próxima fecha (y módulo de vacunación) de sus habitantes no solo a una estrategia por etapas y edades, sino también a los números de seguridad social, fiscal o de algún tipo de identificación de su población (a veces incluyendo también a sus residentes legales). Distintos gobiernos comienzan a echar mano de sitios y registros digitales creados ex profeso para llevar esos registros; qué números de identificación serán o ya han sido vacunados, el número de dosis recibidas, el lugar de inoculación, las fechas en que esta se dio y un largo etcétera. Llevan también, por consiguiente, una contabilidad de quienes aún no han recibido la vacunación.

Pero a lo anterior,  posiblemente pronto se sumarán otros desarrollos tecnológicos que se volverán comunes en nuestra vida diaria. Ya hay distintas versiones prototípicas de aplicaciones digitales que, con base en los registros antes mencionados o haciendo uso de los QR, detectarán quien sí y quien no se ha vacunado. Con ello se controlará la entrada a locales, eventos, oficinas, vuelos, restringiéndola a quienes ya están “blindados” ante el virus.

Quizá estemos en la antesala de una nueva forma de “discriminación” en el mundo. Una que no se basará en los orígenes, nivel socioeconómico, color de piel o nacionalidad. Esta nueva segregación se sustentaría en una cuestión de salud y grado de peligro o tranquilidad que esa persona simbolice para las demás en su entorno.

Estamos entrando a una nueva normalidad; una realidad todavía más extraña que la que vivimos/sufrimos este 2020 que acaba. No solo seguirá siendo necesario el uso de cubrebocas y cuidar la sana distancia, habrá una nueva división que señalará a los “salvos” y a quienes pueden diseminar el covid. Y esta situación tendrá consecuencias.

Las fronteras cobrarán una nueva dimensión, la cual no se basará únicamente en una división territorial, sino además en la información vertida a partir de unos registros digitales. Estos serán los nuevos pasaportes nacionales y trasnacionales, así como las cartas de presentación de cualquier persona.

Y en ese sentido, el vacunarse no solo será un acto de cuidado con uno mismo y con nuestros semejantes, sino un requisito de aceptación a participar en distintas actividades que, de otra manera, nos estarán vedadas. Como ya dije, desde acudir al cine o al gimnasio, hasta viajar sin miedo al contagio.

A aquellos que temen que con estas plataformas digitales las grandes corporaciones y los gobiernos contarán con toda nuestra información personal, les informo que estos no requieren de ello para obtenerla. Ya poseen dichos datos. Pero, en todo caso, con o sin esos registros, queda cada vez más clara la importancia para las poblaciones del uso del cubrebocas y, ahora, de la vacunación.

Y es que mientras más tardado sea el proceso de inoculación de los habitantes de nuestra nación, así como del resto de los países del orbe, el riesgo de que la pandemia continúe expandiéndose permanecerá. En ese sentido, frenar y poner fin al virus se ha convertido en responsabilidad de todos.

Por ello, corra usted a vacunarse contra el covid a la primera oportunidad. Y ¡feliz año nuevo!, que sea el inicio de un mejor futuro para todos y no solo para unos cuantos.

 

POR VERÓNICA MALO
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
 

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