ANECDATARIO

"Tip para conocer a alguien"

En ese trayecto hacia el día en que podamos despedirnos del 2020, en algunas regiones de España, como Cataluña, nos toca vivir la desescalada a un confinamiento no domiciliario

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdatario/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Nos acercamos de manera irremediable a la recta final de un año que ha sido tremendo para todos.

En ese trayecto hacia el día en que podamos despedirnos del 2020, en algunas regiones de España, como Cataluña, nos toca vivir la desescalada a un confinamiento no domiciliario pero que obligó al cierre temporal de muchos negocios como los restaurantes.

Ayer por fin volvieron a abrir terrazas e interiores aunque no al total de su capacidad.

Se siente como agua de lluvia en pleno desierto y me hace apreciar aún más una costumbre que en mi familia estuvo muy arraigada desde que yo era muy pequeña: la de comer en restaurantes. Como alguna vez lo he compartido en este espacio, mi padre solía tener la tradición de, cada domingo, ir a uno de ellos variando el tipo de comida, con la intención de educarnos el paladar y hacernos conocer los muy distintos sabores del mundo. Pero había algunos que eran sus consentidos y que solíamos repetir con cierta frecuencia los fines de semana.

Uno de ellos, que lamentablemente ya no existe, se llamaba “La Pérgola” cuyo dueño, un elegantísimo señor italiano de nombre “Don Vicente”, nos recibía siempre muy atento por ser clientes asiduos. Conocía a toda la familia y nos vio crecer durante todos los años que fuimos sus comensales.

El restaurante simulaba una especie de cavernas de paredes blancas y curvas con techos bajos que ponía frases en italiano; colgaban bodegones iluminados de manera muy tenue con un tipo de farolas callejeras con bombillas de resistencia.

En una de esas cavernas, de las más espaciosas del local, estaba un día sentado Don Mario Moreno, Cantinflas, comiendo solo.

La curiosidad era enorme siendo yo una niña de 9 años sentada en la mesa de al lado del gran mimo de México y mi largo cuello intentaba girarse para verlo, pero era inútil porque mi papá con solo levantar las cejas y lanzarme rayos “X” por los ojos me dejaba claro que tenía prohibido clavar mi mirada en el famoso actor. Y mi mamá, siempre correctísima lo secundaba: “No sean imprudentes” seguro que nos dijo entonces.

Poco lo pude mirar, pero suficiente para hacerle un escaneo completo. Llevaba un pantalón oscuro, un cuello de tortuga, un saco color burgundy, sus gafas negras cuadradas de pasta y estaba serio ¡Muy serio! Pero lo que me impresionó mucho es que levantaba los brazos y al dar dos aplausos los meseros corrían a su mesa palideciendo.

Papá ¿Por qué aplaude dos veces Cantinflas de repente? -pregunté

Por payaso, porque así llama a los meseros para que lo atiendan - me explicaron.

Una vez escuché un sabio consejo: “Si quieres conocer a alguien, fíjate en cómo trata a los meseros” y aunque a esa edad ignoraba el término “Prepotente” fue lo que pensé de Cantinflas esa misma tarde que cayó de mi gracia.

 

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI