JULEN LADRON DE GUEVARA

El arte de meternos bajo el tapete I

Los museos prefieren exponer pinturas realizadas por manos masculinas porque las de mujeres tienen menos valor y aportan menos prestigio

OPINIÓN

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El valor económico de un cuadro firmado con nombre de hombre es mayor en general (algunas mujeres tenían seudónimos masculinos para que sus piezas fueran mejor pagadas). Créditos: Especial

“O reformulamos nuestras certezas, basándonos en la investigación de la historia y los fundamentos de la misoginia y todas sus ramificaciones, o vamos a peor.”

El contexto del mundo actual frente a las exigencias de las mujeres, nuestra actuación, nuestra razón de existir en el planeta y nuestros derechos, es un desastre. Todos estamos confundidos.

A muchos hombres les está costando el hígado considerar siquiera, la idea de comprender qué está sucediendo con la manera de exigir la resolución de problemas de vieja data que nos afectan como género.

Por otra parte, a muchas mujeres que no están involucradas con el sentir y las demandas de las que nos manifestamos desde cualquier trinchera (ya sea la calle, los medios de comunicación/electrónicos, el arte, etc.),  ni siquiera les interesa reflexionar su papel dentro de todo este embrollo, y algunas realizan críticas superficiales, incluso con posturas misóginas. Para mí, lo que esto revela es que estamos a punto de ver una luz nueva, que las cosas al fin se están acomodando y que la negación de una sociedad ciega y sorda con nuestras querellas, está comenzando a revisar de una manera histórica lo que nos está pasando.

Y digo nos, porque a toda la humanidad le compete y le afecta la postura de un grupo de seres distintos al género masculino, porque hay que decir que en general hemos sido desfavorecidas. El mundo del arte no es la excepción, y gracias a todas esas personas que se han indignado activamente, nos hemos puesto a reflexionar sobre las razones por las cuales llegamos a este punto.

Debemos escudriñar la historia desde muy atrás para ir atando cabos, leerla de manera distinta con premisas frescas y abrirnos a vislumbrar nuevos horizontes. Así es como la ciencia está trabajando hoy en día; debido a que urge fabricar una vacuna con parámetros distintos a los conocidos, los investigadores han tenido que abrir sus mentes, explorar nuevas posibilidades, ganarle al tiempo y, sobre todo, quitarse de la cabeza las certezas que se tenían en el pasado.

La meta es una y es de vida o muerte. O reformulamos nuestras certezas, basándonos en la investigación de la historia y los fundamentos de la misoginia y todas sus ramificaciones, o vamos a peor. Seguir igual es imposible, todo evoluciona. Pensando en el arte, que es uno de mis universos, sé que hay cosas nuevas por descubrir, que además de ser interesantes, son los eslabones que darán sentido a muchos huecos de la historia. Esos eslabones son también los cuadros y las obras de arte generados por muchísimas mujeres, cuyos nombres han sido desdibujados desde el principio de la creación del arte.

El valor económico de un cuadro firmado con nombre de hombre es mayor en general (algunas mujeres tenían seudónimos masculinos para que sus piezas fueran mejor pagadas). Los museos prefieren exponer pinturas realizadas por manos masculinas porque las de mujeres tienen menos valor y aportan menos prestigio al recinto.

Por ejemplo, Artemisia Gentileschi y Caravaggio pintaron”Judith y Holofernes”, y sin duda, la calidad y maestría de ella, considerada como la primera pintora de la historia, le da un quién vive a Caravaggio, sin embargo la pieza de él se expone más seguido y se invierte más dinero en su conservación. Total, que no es casualidad nuestro enojo e inconformidad con una postura masculina que tiende a meternos bajo el tapete, para que no nos vean, no nos escuchen, y en dado caso de que nos inconformemos en voz alta, nos hagan pasar por desequilibradas emocionales porque así es más fácil sacudirnos de su hombro.

Por: Julen Ladron de Guevara