Como vecinas y vecinos tenemos problemas comunes, como fallas en servicios públicos o de seguridad. Quienes se interesan por ellos, presentan quejas, denuncias o reportes para que las autoridades los atiendan. Si la autoridad quiere/puede, se resuelven.
En otros casos permanecen en el tiempo. ¿Cuántas calles conoces en las que “desde siempre” hay problemas viales por autos en doble fila, por ejemplo? En el peor escenario, aprendemos a sobrevivir en una colonia o barrio sin suministro de agua potable regular ni de calidad.
Si bien el Estado tiene la obligación de garantizar que podamos ejercer todos nuestros derechos, lo cierto es que también podemos organizarnos y buscar la solución de un problema que afecte a un grupo de vecinas y vecinos de una misma calle, colonia, barrio e incluso de todo un país.
Los alcances de la organización social son prácticamente ilimitados, al grado incluso de poder generar conocimiento, lo que se conoce como “ciencia ciudadana” y gracias a la cual hoy conocemos los ciclos migratorios de la mariposa monarca. A finales de la década de 1930, en Canadá comenzó una investigación que concluyó en la década de 1970 en el Estado de México, con la colaboración de vecinos que respondieron un anuncio en el periódico local para reportar mariposas etiquetadas. De hecho, la organización social también es nuestra mejor herramienta contra la pandemia, tanto para evitar contagios como para la tan necesaria recuperación económica.
Desafortunadamente, la organización social primero debe vencer la apatía social, la desconfianza en las instituciones, la ausencia de educación cívica, y su uso y abuso con fines político-electorales.
Si bien hoy contamos con modelos de democracia participativa y se ha avanzado mucho en este sentido, lo cierto es que la organización social va mucho más allá y puede construir políticas públicas; es decir, pasar de la queja de una persona por la falla de un servicio público, a la implementación de programas de Gobierno específicos que erradiquen dicho problema y nos garanticen poder ejercer plenamente nuestros derechos.
De esta forma, la organización social nos permitiría construir una mejor sociedad –desde una perspectiva de bien común–, más justa, más equitativa, en la que todas y todos tengamos las mismas oportunidades, y para lograrlo sólo hace falta ponerse de acuerdo con el vecino o vecina para solucionar un problema común. Tan fácil como eso y tan difícil como eso, porque la organización social exige respeto, compromiso y trabajo, demanda desechar fallidos modelos heredados, y nos obliga a cambiar la idea del yo por la del colectivo, pero por algún lado hay que empezar y esta pandemia es nuestra mejor oportunidad para ir tejiendo vínculos en nuestras colonias y barrios, y que todas y todos salgamos adelante.
CIRCE CAMACHO BASTIDA
COORDINADORA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PARTIDO DEL TRABAJO, EN LA I LEGISLATURA DEL CONGRESO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
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