El contagio de COVID-19 del presidente Donald Trump y varios de sus allegados hizo más empinada aún su ruta a la reelección, en la que ya está en desventaja.
Trump estaba atrás en las encuestas de opinión pública y según las más recientes, su actuación en el debate del martes pasado y el impacto de su contagio no lo han ayudado.
Durante los últimos siete meses, el gobierno de Trump ha planteado un escenario más que optimista sobre el brote de COVID-19 que afecta a Estados Unidos y polarizado políticamente hasta el uso de mascarillas protectoras.
El trabajo, o sus carencias, se refleja en los más de seis millones de infectados y más de 209 mil muertos que ha sufrido el país. "5% de la población mundial y 20% de los muertos", acusó el candidato demócrata Joe Biden.
Es justo señalar que nadie puede estar seguro de que un gobierno del Partido Demócrata hubiera hecho un mejor trabajo, aunque es un postulado hipotético.
El hecho, verificable, es que por cualesquier razones, incluso motivaciones políticas malentendidas, el gobierno del presidente Trump actuó tarde o mal y el virus penetró incluso la burbuja de seguridad que lo rodea.
El tema del COVID-19 es ahora uno de los más difíciles para la campaña electoral del mandatario, tanto que han buscado desviar la atención por todas las vías a su alcance.
La muerte de Ruth Bader Ginsburg, la icónica juez de la Suprema Corte, dio la esperanza de cambiar el foco de atención y dar energía a los simpatizantes de Trump, con el debate del rápido nombramiento de una reemplazante que de ser confirmada dará por años supremacía judicial a los conservadores.
Y aunque no podría asegurarse, la agresiva actuación del Presidente en su debate del martes pasado –145 interrupciones en 120 minutos– pareció tener la meta de evitar un diálogo a profundidad sobre la actuación del mandatario, especialmente en lo relacionado con la pandemia.
Pero con la Casa Blanca convertida en un foco de infección y el propio mandatario, su esposa Melania y varios de sus colaboradores y visitantes afectados por el contagio del coronavirus, el tema está de nuevo sobre la mesa y no luce bien para Trump.
Por un lado está el hecho en sí mismo. Trump trató de no darle importancia y rara vez, si acaso, se le vio con mascarilla. La cultura era de desdén y burla hacia los usuarios. Ahora, varios de los senadores que deberían participar en el esfuerzo de aprobar contra reloj el nombramiento de la juez Amy Coney Barrett están infectados.
Cierto que en cuanto a la salud de Trump, habría que notar que tiene en contra su edad y su obesidad, pero en favor todos los recursos médicos y científicos del gobierno estadounidense y el hospital militar donde se encuentra internado.
Pero esto, irónicamente es otro argumento en su contra: los recursos que lo pueden salvar no están al alcance de los estadounidenses comunes.
En otras palabras, la cuesta que Trump debe subir hacia su reelección se hizo más empinada.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@CARRENOJOSE
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