Ahora ya sabemos que sus paseos en las trajineras de Xochimilco, sus visitas a Oaxaca y a la Feria del Mole, en San Pedro Atocpan para saborear las delicias culinarias; a San Juan Chamula, ataviado con la vestimenta tradicional; a San Miguel Allende, Real del Catorce, Pirámides de Teotihuacán y a varios pueblos mágicos del país que ha realizado el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, no han sido meras actividades diplomáticas para promover el comercio, las inversiones, el arte, la cultura entre los dos países, sino trucos sucios de espionaje, violando las leyes e instituciones mexicanas.
Y qué mejor prueba de lo anterior, que la participación de Landau, ya sea como informante o “tapadera” en la investigación de las agencias estadunidenses sobre supuestas actividades en narcotráfico y lavado de dinero, del ex secretario de la Defensa, Rafael Cienfuegos. “Estaba al tanto de la acusación contra Cienfuegos desde el año pasado… me enteré el primer día que llegué a México como embajador”, reconoció “Cristóbal”. Y con una buena dosis de cinismo afirmó que se quedó perplejo cuando supo los detalles. ¡Oh my God! Exclamó. “Esta es una bomba de tiempo que está haciendo tic-toc. Pero no podía ni siquiera discutirlo con mi agregado militar en la embajada porque era información de un Gran Jurado”, agregó.
Y no contento con el engaño y las mentiras, arremetió contra los ingenuos mexicanos, incluyendo, por supuesto, al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard y a la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, encargada de velar por la seguridad nacional, al decir: “Es muy difícil que los mexicanos confíen en nosotros cuando no saben lo que está sucediendo, con qué información contamos. Y es muy difícil para nosotros si no sabemos en qué grado compartir esta información con nuestros colegas mexicanos”. ¡Sinvergüenza! Le grita el respetable.
Tibiamente, como es su estilo, el “Carnal Marcelo” balbuceó 15 días después de los acontecimientos: “Le hemos hecho saber a Estados Unidos nuestro profundo descontento con que no se haya compartido información con México sobre la detención del ex secretario de la Defensa Nacional”. Ah, y anunció que se valorarán una serie de acciones subsecuentes en función de los elementos que se vayan presentando a lo largo del juicio.
¿Nada más descontento señor secretario? ¿Ni siquiera una notita diplomática enérgica? ¿Ignoran Ebrard y Sánchez Cordero que toda la información, de cualquier tipo, enviada por Landau a Washington es procesada y utilizada para la toma de decisiones que afectan a nuestro país desfavorablemente?
Los especialistas en la relación bilateral México-Estados Unidos preguntan: ¿Y qué hacían los enlaces en Washington de la secretaría de la Defensa, de Marina y del CISEN? ¡Pues rascarse la barriga! Es la única respuesta.
POR LUIS SOTO
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