JOE BIDEN

¿Sigue siendo indestructible?

Su estrategia para conquistar el voto funcionó a la perfección, dividió a la población de su país en buenos, malos y peores; los buenos

OPINIÓN

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Héctor Serrano/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México

Llegó al poder como casi nadie llega, sin el apoyo de la élite política dominante. Aunque sus enemigos lo veían con recelo e hicieron lo posible para detenerlo, no bastó para impedir su triunfo; la astucia y la obstinación, características de su personalidad, sumadas al deseo de convertirse en el hombre más poderoso de su nación, lo llevaron al triunfo, supo aprovechar cómo ninguno, el desencanto de la gente en sus gobernantes y generó expectativas de cambios profundos en el sistema económico y político. Por eso ganó, de forma contundente, la elección presidencial.

Su estrategia para conquistar el voto funcionó a la perfección, dividió a la población de su país en buenos, malos y peores; los buenos, todos aquellos que lo apoyan, los malos, quienes votaron por otro candidato, y los peores, los que osan contradecirlo, para ellos, ni perdón ni olvido. La estridencia de su discurso, basada en el desprecio de sus contrarios, conquistó y fortaleció una base social a toda prueba, son los que lo acompañarán hasta el fin de su mandato, aunque parezca increíble, los hay quienes, a pesar de sus errores, le siguen creyendo ciegamente, sin ninguna intención de cuestionarlo, es, tal vez, la mayor prueba de que los dogmas de fe, también aplican en política.

Durante los últimos años, el presidente se ha dedicado a gobernar a su estilo y a su antojo, un día sí y al otro también, aprovecha cualquier tribuna para polemizar con sus adversarios, los ha tachado de corruptos, torpes e ineficientes, los ha culpado de todos los males de su país, pero principalmente de aquellos que el mismo no puede resolver. Necesita enemigos permanentes que le ayuden a desviar la atención de los graves problemas nacionales, es incapaz de aceptar y corregir errores, por eso prefiere buscar algún culpable que le haga menos pesada la carga de conducir a su país. No entiende la diversidad, por eso apuesta por su visión omnipotente.

En algún momento, todo funcionaba para él y parecía destinado a la grandeza, acorraló y vapuleó a sus detractores, gobernó unipersonalmente e impuso su visión, la mayoría de sus adversarios llegaron a temerle, pero cometió un error, no supo cuándo dejar de confrontarse. El presidente que en un inicio parecía infalible, desde hace meses muestra signos de desgaste, los conflictos empezaron al interior de su equipo, con renuncias de personas que se pensaban incondicionales, la oposición creció y no gracias a su talento, sino como consecuencia de los errores en su gobierno. Cada vez es más probable que el presidente pierda la próxima elección.

Hoy, el hombre más poderoso del mundo, padece la enfermedad que tanto ninguneo, la naturaleza le recordó su propia vulnerabilidad, no son pocos los que esperan el momento para saldar cuentas pendientes con mister Trump. En noviembre se verá si el señor presidente sigue siendo indestructible.

POR HÉCTOR SERRANO