La marcha por la Verdad, Paz y Justicia —encabezada por Javier Sicilia, Julián y Adrián LeBarón, y en la que participaron cerca de 5 mil personas más— fue recibida, al llegar al Zócalo de la Ciudad de México, por un pequeño contingente que les gritaba “¡fuera chayoteros!”.
Y “¡es un honor estar con Obrador!”.
¿Quién, en su sano juicio —y en domingo—, sale a confrontar a ciudadanos que sólo piden una audiencia con el Presidente de la República? Menos cuando se trató de una marcha pacífica de varios días, en la que no se rompió un sólo vidrio ni se pintaron monumentos ni se incendiaron propiedades ni se bloquearon vialidades. ¿Qué tipo de personas abuchean a dolientes y se ufanan de estar con Obrador? Sólo una punta de insensibles. Los típicos intolerantes que no entienden el significado de libertad de expresión. Quienes no han sufrido (¡qué fortuna para ellos!) la pérdida de un ser querido a manos de la delincuencia.
Error de López Obrador decir que no los recibiría en Palacio Nacional, arguyendo con eso defender la investidura presidencial. Sin embargo, al menos se puede decir que se ha sentado antes con algunas víctimas y hasta ha ido a ver a los LeBarón.
El grupo de personas que abuchearon a los participantes de la marcha, en lugar de sumar, sólo restan a la 4T. Esbozan a un sector dislocado de la realidad; quienes piensan que lo que consideran la voz del líder es la única verdad. Será muy tarde cuando este cuerpo de fanáticos sea consciente de que su actitud lastima a quienes dicen apoyar...
Los mismos que defienden y se aferran a la presidencia de Yeidckol Polevnsky al frente de Morena. Empezando por ella misma, en lugar de procurar una transición ordenada, sus ansias de fama y poder le han llevado a posponer elecciones, impugnar convocatorias y desestimar la unanimidad de un Congreso Nacional que eligió presidente interino al diputado Alfonso Ramírez Cuéllar.
Pero no ha terminado el sainete. A sabiendas de lo anterior, refrenda su “legitimidad” aduciendo que el TEPJF en octubre señaló que se tenía que depurar el padrón de afiliados y elegir nuevo presidente. Poco importa que el Tribunal se refería a reponer el anterior proceso de elección.
Ahora Morena tiene dos dirigentes. Y, mientras Ramírez Cuéllar llama a recuperar la normalidad y busca reunirse con Polenvsky, esta y su séquito ponen en tela de juicio los nuevos lineamientos y se aferra a su encargo diciendo: “Yo nunca voy a hacer algo que este apegado a la ilegalidad”.
Cierto: el problema de Morena es que TODO, lo ha hecho apegado a la ilegalidad. Irónico —como lo es el espectáculo que están dando miembros de ese partido (Yeidckol y sus aplaudidores)—, que esto no sea aprovechado por la oposición. Como dijo ayer Rayuela de la Jornada: “Su buena suerte [de Morena] es que PRI y PAN están igual o peor”.
Si los radicales de la 4T y sus locos adherentes no le hacen caso ni a su líder moral ni a un referente como ese rotativo de izquierda, me temo, señor Presidente, que el show no lo tiene ni en las caravanas ni en las protestas; ese lo alberga en su propia casa.
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POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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