El pasado domingo 2 de junio se celebraron las elecciones presidenciales en México, las cuáles le dieron el triunfo a la candidata Claudia Sheinbaum, con un porcentaje entre 58.3 y el 60.7 de los votos, de acuerdo con el Conteo Rápido del INE. Esto la acerca a caer por el “acantilado de cristal”, ¿sabes que es? aquí te explicamos.
El “acantilado de cristal” es un fenómeno al que solamente pueden llegar las mujeres que rompen el "techo de cristal", el cuál es una metáfora que se utiliza para describir las barreras invisibles que enfrentan las mujeres en su ascenso hacia posiciones de alto nivel en el ámbito laboral, político y social. Aunque las mujeres han logrado avances significativos en muchos campos, todavía enfrentan obstáculos que les impiden alcanzar los niveles más altos de liderazgo y poder.
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El término "techo de cristal" sugiere que, aunque las barreras pueden ser transparentes, siguen siendo sólidas y difíciles de atravesar. Estas barreras pueden manifestarse de diversas formas, como discriminación de género, sesgos inconscientes, falta de oportunidades de desarrollo profesional, expectativas culturales y estructuras organizativas que favorecen a los hombres.
Claudia Sheinbaum al llegar a posicionarse como la virtual ganadora de la presidencia en México, además de considerar su trayectoria política como Jefa de Gobierno de la capital del país, y los grados académicos que ha alcanzado al ser doctora en ingeniería ambiental y ser investigadora de la UNAM, ha roto el techo de cristal.
¿Qué es el acantilado de cristal?
El "acantilado de cristal" se refiere a los obstáculos y desafíos específicos que enfrentan las mujeres en su ascenso hacia posiciones de liderazgo o poder en la sociedad. A diferencia del "techo de cristal", que describe las barreras invisibles que impiden a las mujeres alcanzar ciertos niveles de éxito profesional, el "acantilado de cristal" señala que, aunque las mujeres pueden llegar a puestos de alto nivel, a menudo enfrentan una mayor probabilidad de caer o ser criticadas en esas posiciones.
Este término fue acuñado en 2004 por los investigadores Michelle K. Ryan y Alexander Haslam, de la Universidad de Exeter, quienes aseguran que las mujeres son posicionadas en estos lugares de poder cuando hay periodos de crisis, por poseer rasgos típicamente asociados a las mujeres como empatía, mirada a largo plazo o intuición, lo que las obliga a enfrentar mayores retos que haber sido electas en periodos regulares.
Las mujeres en posiciones de poder pueden ser juzgadas con más dureza que sus contrapartes masculinas y enfrentar críticas más intensas cuando cometen errores o toman decisiones impopulares. Esto puede hacer que las mujeres sean más renuentes a asumir roles de liderazgo, ya que temen ser juzgadas y enfrentar repercusiones más severas que los hombres en situaciones similares.
A las mujeres se les califica con expectativas poco realistas, y ahora que México tiene a una presidenta podría significar el camino hacia alcanzar la igualdad de género o que no se le vuelva a dar la oportunidad a otra mujer por los posibles errores que cometa Sheinbaum.
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