Mérida, Yucatán.-La Reina Isabel de Inglaterra y su esposo Felipe Duque de Edimburgo anhelaban conocer los vestigios y la grandeza de la civilización maya, por lo que aprovecharon su visita a México en 1975 para trasladarse a Yucatán y recorrer la zona arqueológica de Uxmal, en donde fue recibida por el dios Chaac con un impresionante chubasco.
La pareja de la Corona inglesa inauguró un espectáculo de luz y sonido, una escuela, un zoológico y hasta le construyeron una aeropista para que descendiera el avión en el que viajaba. Con la muerte del príncipe Felipe a los 99 años, todavía hay gente que recuerda esa visita a tierras yucatecas.
El 27 de febrero de ese año, la soberana llegó con su esposo Felipe al recién estrenado aeropuerto de Mérida, en donde fue recibida por el presidente Luis Echeverría y el entonces gobernador de Yucatán Carlos Loret de Mola Mediz. Sólo dejaron sus maletas en un conocido hotel del Centro Histórico y se dirigieron en carretera a la ciudad maya de Uxmal.
“Llegaron al atardecer y al entrar, se toparon de frente con la impresionante Pirámide del Adivino. La reina alzó la mirada con elegancia y ahí se quedó 10 minutos, contemplándola y escuchando con atención las explicaciones del reconocido arqueólogo británico Eric Thompson”, relató el veterano periodista yucateco Francisco Chi Lavadores, quien a sus 20 años de edad realizó la cobertura de la gira para una televisora local.
Aún recuerda que su esposo Felipe caminó detrás de ella durante todo el recorrido, a unos dos metros de distancia y guardando silencio, como marca el protocolo de la corona británica. La reina caminaba a paso lento y con delicadeza, asombrada por los imponentes edificios prehispánicos, mientras la prensa internacional y nacional tomaba fotografías a lo lejos.
“La invitaron para que inaugure el espectáculo de luz y sonido de la zona arqueológica, que por cierto, es el mismo que se sigue proyectando hasta ahora. Todo ocurrió en la plataforma conocida como el Cuadrángulo de las Monjas”, explicó el periodista, quien dijo que la soberana fue la encargada de subir el switch del montaje audiovisual basado en el libro La tierra del faisán y el venado del escritor Antonio Mediz Bolio.
Ahí mismo se realizó la cena de gala en honor de los invitados del reino de Inglaterra, a donde acudieron políticos, empresarios y embajadores de varios países, quienes celebraban el histórico momento con música de fondo, incluida la pieza Peregrina. La Reina Isabel sonreía amablemente y no dejaba de apreciar las pirámides, cuando de pronto, una nube gris apareció de la nada sobre la ciudad maya.
Nadie se lo esperaba, cayó un fuerte chubasco que hizo movilizar al Estado Mayor presidencial, cuyos elementos corrieron rápidamente con paraguas para proteger al presidente y al gobernador. Los invitados y los mismos periodistas trataban de esconderse entre los edificios prehispánicos para no mojarse. Pero la soberana se quedó quieta en su lugar, no le importó la lluvia.
“Ella no se inmutó, se quedó quieta. Uno de los asistentes se le acercó para ofrecerle un paraguas y, de manera discreta y cortés, lo rechazó. Nos preguntamos si será que le gusta mojarse o es porque los ingleses están acostumbrados a las lluvias. Parecía que el mundo se acabaría, pero ella no se movió para nada”, contó Francisco Chi.
El aguacero, aunque fue muy fuerte, en realidad tardó pocos minutos. Fue entonces que los presentes entendieron que se trató de una bienvenida de Chaac, el dios maya de la lluvia, quien era adorado por los habitantes de Uxmal en la época prehispánica. La reina y el príncipe pasaron la prueba de esa deidad y el acto continuó.
El menú de la cena incluyó ensalada de langosta en su concha y como platillos fuertes, faisán y codorniz adobado, y de postre, helado de guanábana con merengues. Hay quienes aseguran que a la reina no le importó que un turix (luciérnaga) terminó “ahogado” en su plato y siguió comiendo.
Al día siguiente viajaron al municipio de Tizimín, que en esos tiempos estaba a cuatro horas de distancia de Mérida, pues la carretera se encontraba en malas condiciones y era muy angosta. Por eso la comitiva decidió llegar en avión. Con meses de anticipación, las autoridades mexicanas construyeron la aeropista Cupul a las afueras de esa localidad, la cual mide cerca de dos kilómetros.
Prácticamente sólo se usó para la visita de la soberana y actualmente está abandonada, custodiada por un pelotón militar para evitar aterrizajes de avionetas del narco. Al descender del avión, se dirigió de inmediato a un zoológico para inaugurarlo, el cual se llama La Reina, en su honor.
Ahí, un grupo de niñas y niños mayas entonaron en inglés la canción “Dios salve a la reina”, lo que conmovió a la monarca, pues no esperaba escuchar su himno en una ciudad tan lejana. Después todo fue fiesta, recorrió Tizimín en un automóvil descubierto para saludar a los pobladores que salieron de sus casas agitando banderitas británicas y mexicanas.
En varias esquinas, las orquestas interpretaban jaranas y las parejas de mestizos bailaban portando el traje típico regional, mientras la gente gritaba "viva la reina".
"El pueblo tizimileño aún recuerda la visita de la monarca, fue algo histórico que nunca se volverá a repetir, y estoy seguro que ella también se emocionó", finalizó Chi Lavadores.
Por Herbeth Escalante
maaz