Alarmas aéreas, bombardeos y muerte

Alarmas aéreas, bombardeos y muerte: la invasión a Ucrania narrada por un mexicano que se quedó para ayudar

A un año del conflicto, El Heraldo Digital platicó con Uriel Zepeda, un connacional que ha sido testigo de la devastadora guerra

Llevaba tres meses en Ucrania cuando estalló la guerra, mientras la mayoría de extranjeros buscaron salir del país y ponerse a salvo, él decidió quedarse y ayudar a la población que lo acogió cuando llegó buscando conocer una nueva cultura. Se trata de Jorge Uriel Zepeda Tirado, un mexicano, originario del estado de Colima, que ha estado en medio del conflicto entre las naciones que alguna vez fueron hermanas y que hoy se enfrentan por las diferencias que surgieron casi desde que se desintegró la Unión Soviética. 

Una de las primeras preguntas que surgen es ¿por qué escogió Ucrania? Él responde que quería conocer algo diferente, encontrando en los estudios la oportunidad perfecta para hacerlo. Conforme pasaba el tiempo y el invierno recrudecía, las tensiones entre Rusia y Ucrania aumentaban, las noticias anunciaban un panorama sombrío y llegó la inevitable: el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció que comenzaría la invasión. Jorge Uriel recibió la noticia cuando terminaba una reunión con la Universidad de Colima, con la diferencia horaria esperaba dormir al concluir, pero no pudo hacerlo en días.

"Justo después del anuncio de Putin se escuchó el primer bombardeo", recordó Jorge Uriel.

Decidió quedarse a ayudar al país en guerra. Foto: Facebook, Jorge Uriel Zepeda. 

No esperaban que comenzara en el norte

Si bien Zepeda Tirado contó a El Heraldo Digital que desde antes de que estallara el conflicto habló con sus amigos sobre el plan a seguir en caso de que comenzara la guerra, asegura que las personas cercanas no creían que el Ejército de Rusia llegara tan pronto a Kiev, pues esperaban que la invasión comenzara en el Donbás, la zona disputada en la que rebeldes se levantaron en armas y se proclamaban prorrusos. 

Poco después del anuncio de Putin, el joven mexicano escuchó los primeros estallidos, pese a ser fanático de las películas bélicas nada lo había preparado para eso. Pero la solidaridad llegó, un compañero ucraniano le llamó para preguntarle donde estaba y decirle que pasaba por él para ponerlo a salvo. 

"Estaba viviendo mi propia película de guerra", añadió. 

Cabe señalar que en ese momento aún no estaba al cien por ciento convencido de quedarse en Ucrania, pero ese gesto fue el que lo convenció, pues no podía abandonar a su suerte a quien no lo hizo con él. Sí estuvo en contacto con la Embajada de México en Ucrania, pero decidió no abordar el avión de la Fuerza Aérea Mexicana que se envió para repatriar a los compatriotas. 

Así empezó la guerra. Foto: Facebook, Jorge Uriel Zepeda. 

Se fueron sus compatriotas, sus compañeros latinoamericanos, pero el miedo no se fue, las sirenas antiaéreas se escuchaban a menudo, seguidas de los bombardeos, tan cerca de donde él estaba, hasta que aprendió a vivir así, escuchaba caer los misiles y volvía a dormir. El sonido era como de una lluvia intensa, según describió.

La antesala del horror la vivió en una estación del Metro, allí vio multitudes de personas que buscaban salir de la ciudad y ponerse a salvo, recuerda que un policía le gritaba a un hombre africano que abriera su mochila, pero este no le entendía y los gritos eran tales, que se escuchaban a pesar del bullicio, mientras una mujer alta intentaba poner orden. Las personas huían, pero sin dejar atrás a sus mascotas, perros y gatos viajaban con ellos en sus jaulas. Pero lo peor lo vio en las escaleras eléctricas, un hombre joven subía con su perrito, cuando escuchó unos aullidos terribles, el mecanismo le atrapó las patitas y se las deshizo, los gritos junto al llanto le resultaron insoportables y se cuestionó si de verdad podría ayudar a los demás. No supo que pasó con ellos, le pareció demasiado. 

"En ese momento me pregunté si realmente podría ayudar", relató. 

La unión contra el enemigo

Algo de lo que más le llamó la atención y compartió con El Heraldo Digital, es que la gente no era acaparadora, pese a que el conflicto había llegado la gente no hacía compras de pánico y llevaba solo lo necesario. Según relata, así de solidaria siempre fue la población en Kiev, se unieron también para impedir el avance de los tanques rusos. Los ciudadanos “de a pie” fabricaban bombas molotov y las lanzaban desde las azoteas. 

"Nunca se acabaron las proviciones en las tiendas, la comida no faltó", reveló a El Heraldo Digital. 

Pero la solidaridad se veía en muchos aspectos, cuando los voluntarios iban a entregar comida, las personas que ya habían recibido la ayuda lo decían y comentaban dónde había gente que tal vez la pudiera necesitar. 

Viendo el horror de la guerra mediante el voluntariado

Una vez que el Ejército ruso abandonó Kiev, Jorge Uriel decidió hacer voluntariado, fue a algunas de las zonas más afectadas a repartir la ayuda humanitaria. Recorrer los caminos le hizo ver lo que la guerra había hecho fuera de la capital ucraniana. Caballos muertos e hinchados, algunos murieron por disparos, otros por bombas. También había personas, cubiertas con mantas.

"El camino estaba lleno de cuerpos, era muy difícil ver eso", detalló. 

Muchos coches chocados contra árboles, llenos de disparos, lo que él clasifica como crímenes de guerra, pues los ocupantes estaban huyendo y fueron baleados cuando lo hacía. En las casa también había mucha destrucción, algunas llenas de sangre, que mostraban el camino que los soldados siguieron después de ser heridos. 

Entre las historias que narró está la de una fotografía que encontró en una casa destruida por los bombardeos, era de una pareja, estaban recién casados, no sabe qué fue de esas personas, pero el verla le mostró una de las miles de historias truncadas que la guerra ha dejado. También vio niños amputados, voluntarios heridos por minas que pisaron cuando iban a entregar ayuda. El rostro de la guerra es grande, no siempre visto ni contado por los medios de comunicación. 

La cantidad de muertos rebasa los miles. 

Ucrania hoy

Jorge Uriel describe a Ucrania como un paraíso en la tierra, pues en un lugar que en las cuatro estaciones te ofrece paisajes diferentes. Pero para él el país europeo es más que otra cosa un ejemplo para el mundo, de resistencia, tanto física como mental; de patriotismo, una nueva historia que está siendo contada al mundo. Un lugar donde habitan muchas personas muy amables. 

Ahora en Kiev la calma ha vuelto relativamente, pero continúan las trincheras, los sacos de arena protegiendo las embajadas y edificios gubernamentales. Las barricadas antitanques recuerdan que la guerra sigue ahí, los rumores también, pues muchas personas piensan que Rusia se prepara para volver a atacar, por ello las clases se suspendieron desde el miércoles 22 de febrero. Además de la destrucción, el nacionalismo es algo que recuerda que el conflicto continúa, las personas ya no quieren hablar ruso, aunque es una lengua que hablan desde pequeños, el rencor hacia ese país es grande.

Algunas personas incluso han roto sus lazos familiares con quienes habitan en Rusia o Bielorrusia porque de algún modo justifican la invasión. Los hermanos se desconocen, prefieren terminar las relaciones que estar unidos a quienes comparten la visión de su enemigo. 

DMGS

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