En un mundo donde la biodiversidad de las plantas medicinales se mantiene constantemente en investigación, el peyote emerge como uno de los elementos más enigmáticos y controvertidos en cuanto a su uso, legalidad y valor cultural. Esta planta, que ha sido utilizada por diversas comunidades indígenas durante siglos, posee propiedades psicodélicas, que la convierten en un tema de discusión tanto en el ámbito de la salud, la espiritualidad y en el ámbito legal.
De acuerdo con expertas, el peyote es un cactus pequeño, redondeado y de color verde; su nombre científico es Lophophora williamsii y es conocido principalmente por su contenido en mescalina, un alcaloide psicodélico que produce efectos alucinógenos cuando se consume. Por ello, a lo largo de la historia el peyote fue utilizado en rituales de diversas culturas indígenas, especialmente en las regiones del norte de México y el sur de los Estados Unidos, como en las comunidades navajo, huicholas y tarahumaras.
Sin embargo, la venta de peyote sigue siendo ilegal en muchas partes del mundo, particularmente en los Estados Unidos y varios países de América Latina, por lo que aquellas personas que se atreven a comercializarla pueden enfrentar serias repercusiones legales, incluido el riesgo de pasar años tras las rejas.
¿Qué tan ilegal es el peyote?
A pesar de su importante valor cultural y espiritual, el peyote es ilegal en México y otros países debido a las propiedades psicoactivas de la mescalina. En 1971, el peyote fue incluido en la lista de sustancias controladas por la Ley General de Salud de México, debido a sus propiedades psicoactivas, clasificación lo pone al mismo nivel que otras sustancias como la marihuana y la cocaína, cuya venta y distribución están penadas por la ley.
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Fotografía: Pinterest/Jardineria On.
A pesar de que su uso en contextos ceremoniales y religiosos sigue siendo permitido para los pueblos indígenas bajo ciertas regulaciones, cualquier intento de comercializar peyote o de extraerlo con multas lucrativas puede acarrear penas de prisión que van desde los 5 hasta los 15 años. Las autoridades mexicanas defienden estas restricciones con el argumento de proteger la salud pública, ya que el consumo irresponsable de peyote puede ocasionar daños psicológicos a quienes lo utilizan fuera de un contexto controlado; sin embargo, activistas y defensores de los derechos de los pueblos indígenas señalan que esta prohibición genera tensiones con las comunidades que dependen del peyote para sus prácticas religiosas.
El problema no solo radica en la prohibición de su venta, sino en el hecho de que el peyote está en grave peligro de extinción ya que el cactus crece lentamente, y su proceso de maduración puede tomar entre 10 y 30 años, dependiendo de las condiciones del suelo y el clima, esto hace que su recolección en grandes cantidades no sea sostenible. Las prácticas de cosecha desmedida, en combinación con la destrucción del hábitat natural y el cambio climático, han reducido significativamente las poblaciones de peyote en su entorno natural.
De la misma forma, el mercado ilegal de peyote creció de forma alarmante en los últimos años, especialmente entre aquellas personas que buscan obtener la planta para su uso recreativo o para su venta en mercados fuera de los rituales tradicionales. Es así como la extracción indiscriminada de peyote para satisfacer esta demanda ha hecho que las poblaciones silvestres se vean cada vez más afectadas, lo que pone en peligro su existencia a largo plazo.
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Fotografía: Pinterest/Harriet Knevals.
El peyote y su uso tradicional en rituales prehispánicos
Para muchos pueblos originarios, el peyote no solo es una planta con propiedades psicotrópicas, sino un ente sagrado que facilita la conexión con lo divino. Los rituales que lo incluyen son fundamentales en la vida espiritual de estas comunidades, pues el peyote es considerado un mediador entre el mundo físico y el espiritual, proporcionando visiones, guía y comprensión sobre los problemas existenciales y la naturaleza del universo.
En las ceremonias, el peyote es consumido de manera ritual, ya sea masticado o cocido, en un contexto guiado por chamanes o líderes espirituales. Los efectos de la mescalina incluyen alteraciones de la percepción sensorial, alucinaciones visuales y auditivas, así como una profunda sensación de introspección y conexión con el entorno. Sin embargo, este consumo se lleva a cabo en un contexto profundamente respetuoso de las tradiciones, buscando la sanación y el crecimiento espiritual, no el disfrute recreativo.
Así, el debate en torno a la prohibición de la venta de peyote y su relación con las comunidades indígenas ha generado un dilema ético considerable. Por un lado, se encuentran los defensores de la libertad religiosa y cultural de los pueblos originarios, quienes argumentan que las restricciones sobre el peyote atentan contra su derecho a practicar sus tradiciones ancestrales. Para ellos, el peyote es una planta sagrada, y las políticas restrictivas que penalizan su uso y comercio representan una violación a su identidad cultural y espiritual.
Fotografía: Pinterest.
Por otro lado, existen quienes apoyan las leyes que prohíben la venta del peyote, citando los riesgos asociados con el consumo no controlado de sustancias psicotrópicas. En este contexto, se argumenta que el acceso a la mescalina debe ser restringido por razones de salud pública y seguridad. Además, el tráfico ilegal de peyote podría desencadenar un mercado negro, lo que a su vez podría afectar a las comunidades indígenas, cuya cultura y rituales están siendo corrompidos por la comercialización de esta planta sagrada.
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