La salud mental ha tomado un papel muy importante en la sociedad moderna, pero aunque cada vez se habla más de ir a terapia psicológica y tomar medicamentos psiquiátricos, hay un tema que sigue pareciendo prohibido y se confiesa entre susurros: el suicidio. Y sí, sé que es muy complicado nombrarlo en voz alta, pero hoy es el día perfecto para recordar que ésto puede prevenirse con acciones colectivas y eliminando los estigmas.
Y es que cada año, el 10 de septiembre, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una iniciativa global impulsada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en donde busca no solo generar conciencia sobre el suicidio, sino también fomentar acciones que prevengan estas muertes y eliminar los estigmas que rodean a las enfermedades mentales.
El suicidio es una tragedia que afecta a personas de todas las edades, géneros y culturas, pues según datos de la OMS, cada año, más de 700 mil personas en todo el mundo se quitan la vida, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos; además, se estima que por cada persona que se suicida, 20 más lo intentan. Estas cifras alarmantes subrayan la urgencia de abordar el problema y de crear un entorno de apoyo, comprensión y prevención.
Las señales de alerta: un llamado a la prevención del suicidio
Aunque hablar de suicidio sigue levantando muchas críticas, las expertas afirman que su prevención depende, en gran medida, de la capacidad de reconocer las señales de advertencia en las personas que podrían estar en riesgo. Aunque cada persona puede experimentar la ideación suicida de manera diferente, existen algunas señales comunes que pueden servir como alerta para familiares, amigos y profesionales de la salud:
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Cambios de comportamiento repentinos
Una de las señales más comunes es un cambio drástico en el comportamiento, esto puede incluir un aumento en el aislamiento social, una pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras o una disminución notable en el rendimiento escolar o laboral. También es preocupante cuando una persona parece estar arreglando asuntos pendientes, como hacer un testamento o regalar posesiones valiosas, lo que puede indicar que está considerando poner fin a su vida.
Hablar sobre la muerte o el suicidio
Las expresiones verbales, aunque sean sutiles, son una señal de alarma, frases como "desearía no haber nacido", "preferiría estar muerto" o "no veo salida" deben tomarse en serio. En algunos casos, las personas pueden hablar abiertamente de su deseo de morir, mientras que en otros pueden hacer comentarios más ambiguos, pero igualmente preocupantes.
Cambios en los hábitos de sueño o alimentación
La depresión, que a menudo está relacionada con el suicidio, puede provocar cambios en los hábitos de sueño, como insomnio o, por el contrario, dormir demasiado. De manera similar, las personas pueden experimentar pérdida de apetito o, por el contrario, comer en exceso; estos cambios, aunque pueden parecer inofensivos, son señales que no deben ignorarse.
Desesperanza
Sentir que no hay una salida a los problemas o que la vida no tiene sentido es una de las principales emociones que experimentan las personas con ideación suicida. Esta sensación de desesperanza puede manifestarse en expresiones de pesimismo constante o en la creencia de que nada va a mejorar.
Autolesiones o conductas riesgosas
De la misma forma, algunas personas que están considerando el suicidio pueden comenzar a involucrarse en comportamientos autodestructivos, como cortarse, abusar del alcohol o las sustancias, o participar en actividades peligrosas. Estas conductas pueden ser una forma de lidiar con el dolor emocional, pero también pueden ser un preludio de intentos de suicidio.
Cambios emocionales extremos
Los cambios repentinos en el estado de ánimo, como pasar de la tristeza extrema a la euforia, también pueden ser una señal de que la persona está contemplando el suicidio. En algunos casos, esta "mejora" repentina puede ser un indicio de que la persona ha tomado la decisión de quitarse la vida y se siente aliviada por haber encontrado una "solución" a su dolor.
Factores de riesgo: ¿quiénes son más vulnerables a suicidarse?
Si bien cualquier persona puede estar en riesgo de suicidio, ciertos factores pueden aumentar la vulnerabilidad de algunos individuos; según la OMS y la IASP, los factores de riesgo incluyen:
- Antecedentes de trastornos: la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros problemas de salud mental son factores de riesgo significativos.
- Consumo de sustancias: el abuso de alcohol y drogas está estrechamente vinculado con la ideación suicida, ya que estas sustancias pueden agravar la depresión, aumentar la impulsividad y disminuir la capacidad de juicio.
- Experiencias traumáticas o abuso: las personas que han sufrido abusos físicos, emocionales o sexuales, o que han experimentado traumas severos, tienen un mayor riesgo de suicidio.
- Pérdida de seres queridos: la muerte de una persona cercana, especialmente por suicidio, aumenta el riesgo de que otros intenten suicidarse.
- Aislamiento social: la falta de apoyo social y la soledad extrema pueden llevar a las personas a sentir que no tienen a quién recurrir en momentos de crisis.
- Enfermedades físicas crónicas: aquellas personas que padecen enfermedades físicas debilitantes o crónicas, como el cáncer o el dolor crónico, pueden ser más propensos a desarrollar pensamientos suicidas.
Uno de los mayores obstáculos para la prevención del suicidio es el estigma que rodea a la salud mental ya que en muchas sociedades, el suicidio se percibe como un tema tabú, lo que hace que las personas que están sufriendo en silencio no busquen la ayuda que necesitan. Este estigma no solo afecta a quienes están en riesgo, sino también a sus familias, que a menudo sienten vergüenza o culpa por no haber podido "prevenir" el acto.
Por ello, hablar sobre el suicidio es un paso crucial en su prevención y las campañas mundiales, como la del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, buscan animar a las personas a que rompan el silencio en torno a este tema y creen un entorno en el que las personas se sientan cómodas buscando ayuda. Programas como "40 Seconds of Action", promovido por la OMS, han alentado a personas de todo el mundo a dedicar 40 segundos a hablar con alguien que podría estar luchando con pensamientos suicidas o a compartir un mensaje de apoyo en redes sociales.
De la misma forma, se ha descubierto que uno de los grupos más vulnerables al suicidio es el de los jóvenes, pues la OMS informa que el suicidio es la cuarta causa principal de muerte entre las y los jóvenes de 15 a 29 años a nivel mundial. Factores como el bullying, la presión académica, el uso excesivo de redes sociales y la falta de recursos para la salud mental contribuyen al aumento de la ideación suicida en esta población.
Aunque los desafíos para la prevención del suicidio son enormes, los esfuerzos globales para reducir las tasas de suicidio están dando frutos. La OMS ha establecido el objetivo de reducir las tasas de suicidio en un 33% para 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y para lograr esto, se necesitará una colaboración continua entre gobiernos, organizaciones internacionales, profesionales de la salud y la sociedad civil.
Teléfono de la Línea de la Vida, no estás sola
Es así como el Día Mundial para la Prevención del Suicidio nos recuerda la importancia de hablar abiertamente sobre la salud mental y de estar atentos a las señales de advertencia en las personas que nos rodean. Cada vida es valiosa, y con el esfuerzo conjunto de individuos, comunidades y gobiernos, podemos trabajar para reducir las tasas de suicidio y, lo que es más importante, salvar vidas.
Prevenir el suicidio es posible, pero requiere de una acción consciente, la eliminación del estigma y, sobre todo, compasión. Si tú o alguien que conoces está pasando por un mal momento en donde piensa que no existe salida alguna, tómate un momento para respirar y busca ayuda, puedes comenzar llamado a la Línea de la Vida (800 911 2000) que se encuentra disponible las 24 horas, los 365 días del año.