Para detonar una conversación activa con la infancia, es sugerible dialogar con ellos usando analogías, ejemplos sencillos, casos concretos o situaciones que les son cercanas y conocidas. Pensemos esto con ellos:
Imagina que estás jugando fútbol con tu grupo de amigas y amigos. Han recordado entre todos las reglas del juego, pues son conocidas para todos. Arman los equipos, asignan al árbitro y la posición de cada uno de los jugadores. Inicia el partido y de pronto varios de los jugadores empiezan a cometer una serie de trampas y faltas, pero resulta que el árbitro es hermano de un miembro del otro equipo, y de otros tantos su amigo, entonces se queda callado, no dice nada, no marca las faltas, ni aplica las sanciones que marcan las reglas del juego. ¿Qué provoca eso en la calidad del juego y en el tipo de comportamiento de los demás jugadores?
Fácil:
Unos se empiezan a enojar, otros a reclamar, otros solamente quieren abandonar el juego, otros empiezan a organizarse en secreto para innovar en trampas que nadie vea y otros simplemente las cometen descaradamente porque ya vieron que si eres amigo o cercano al árbitro no va a pasar nada.
Y termina el partido en un gran fiasco. Lejos de jugar para divertirse y desarrollar el propio talento, hacer equipo, pasar un rato agradable, el partido se convierte en una batalla. El enfoque y dinámica del juego se desvían por completo porque NADIE hizo nada por aplicar y respetar las reglas del juego y asignar los castigos justos y necesarios. Surge la frustración, el enojo, la desmotivación, los desencuentros, y todo porque no hubo quien marcara límites y fronteras durante el partido y los jugadores no lo exigieron.
Las reglas del juego estaban claras, todos las conocían - incluso las habían recordado- , los mismos niños y niñas cuando juegan en otros torneos las cumplen y las hacen valer perfectamente. Entonces ¿qué pasó en este partido?
Sin enredos, la razón es que se construyó un contexto de incertidumbre y desigualdad, en el que unos podían tener ventajas y salirse con la suya, sin consecuencias, y otros tenían que aguantar la injusticia, sin alternativas, o encontrar cómo desquitarse, y echar a perder el juego. Esto, en el contexto ciudadano/político se llama ciclo de corrupción e impunidad: cuando unos pueden violar la ley sin ser detectados o sin consecuencias cuando si se detecta, y otros sólo pueden ver, con frustración, esa injusticia.
En un sistema social como es el juego de fútbol son necesarios los subsistemas de reglas que regulen el comportamiento social y marquen los límites y fronteras para organizarnos y jugar en armonía. Esto, porque todos tenemos una tendencia natural a buscar el beneficio propio. Y por eso necesitamos un árbitro autónomo y capaz, que se mantenga firme e independiente de los jugadores, que aplique las reglas, y permita que haya un juego justo.
Por eso, te sugerimos preguntarles a los niños y niñas que tengas cerca:
¿Te ha tocado un juego así?
¿Cómo te ha hecho sentir?
¿Cuál crees que es la solución?
¿Tú qué harías?
¿Por qué es importante para un país?
Porque la enfermedad, entendida como un estado de deterioro de la salud, en este caso, de la salud de una democracia, es la corrupción, y el virus que provoca dicha enfermedad es la impunidad. Es decir, lo que sostiene, mantiene y fortalece la corrupción es la impunidad.
Entonces, ¿cuáles son las medicinas frente a este ciclo vicioso de enfermedad?
- Indignarse como ciudadano toda vez que veamos un acto de corrupción que queda impune. Tiene que provocar rechazo total. Los pretextos y justificaciones no aplican. Tiene que ser un NO en seco.
- Visibilizarlo siempre. Que todo México se entere de lo que está sucediendo para provocar el rechazo social no solo individual, eso le da fuerza al rechazo.
- Entender las consecuencias directas que tiene en nuestras vidas y explicarlas a otros.
- Defender a las instituciones autónomas que detecten, investiguen y sancionen todo acto de corrupción. Organizarse como ciudadanos para exigir la defensa de instituciones autónomas, y exigir que se haga justicia completa, pronta y eficaz.
- Ser un guardián constante de la democracia. Que cada ciudadano se asuma como constructor de su país, esto no solo es trabajo de los políticos.
¿Vale la pena hablar de esto desde la infancia? Dejamos la reflexión abierta a tu consideración.
IL