La dieta mediterránea consiste en llevar un tipo de alimentación basado en la cocina tradicional de los países del mar Mediterráneo, tal como indica su nombre. Aunque, las variaciones que hay suelen ser muy diversas, esta dieta suele ser rica en vegetales, frutas, granos enteros, frijoles, frutos secos, semillas y aceite de oliva. Estos productor representan grasas saludables y un consumo limitado de carne roja, así como el consumo regular de una copa de vino tinto.
Los beneficios de dicha dieta se han popularizado a nivel internacional al grado de que este tipo de alimentación comenzó a ser estudiada por personas expertas en la salud, como en el caso del análisis realizado por CIBEROBN y el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIMHospital del Mar). De acuerdo con EFE, al proyecto también se sumaron especialistas del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), de la Universitat Rovira i Virgili, de la Universidad de Valencia y de la Universidad de Navarra.
¿En qué consiste la investigación?
En el estudio han participado 487 personas, casi la misma cantidad de hombres que de mujeres, de manera voluntaria a lo largo de tres años. La edad media de quienes participaron es de 65 años y los resultados han sido cuidadosamente analizados por 23 centros de investigación en España, con el objetivo de analizar los efectos que implica seguir la dieta mediterránea tradicional. En la primera etapa, los participantes presentaron problemas como sobrepeso y obesidad y, por lo menos, tres criterios de síndrome metabólico.
Enfermedades como la hipertensión, hiperglucemia, exceso de grasa en la cintura, niveles bajos de colesterol HDL y niveles elevados de triglicéridos son comunes en 1 de cuatro personas adultas en todo el mundo, lo que eleva los riesgos de presentar alguna enfermedad del corazón, accidentes cerebrovasculares, diabetes tipo 2 y deterioro cognitivo. Durante el periodo que comprende el estudio, los especialistas midieron no solo la salud física de las personas, sino también el estado cognitivo de cada una, su rendimiento en memoria, su capacidad de tomar decisiones y seguir impulsos, etc.
Estos fueron los resultados
Según las personas especialistas, en el conjunto de los pacientes se puede observar una relación directa entre la adherencia a la dieta mediterránea y la mejora cognitiva. La adherencia a la dieta, de acuerdo con el estudio, puede calcularse según el consumo de aceite de oliva virgen extra y el número de raciones de verdura y piezas de fruta que se consumen al día; puntuaciones por encima de los 11 puntos se consideran una alta adherencia.
La investigación reveló que por cada punto en mejora de la adherencia a este tipo de alimentación, la memoria mejoró significativamente, lo que se atribuye a la pérdida de peso y al incremento de la actividad física, factores que mejoran la calidad de vida. El descubrimiento resulta importante porque los cambios cognitivos no pueden percibirse de manera tan sencilla, pero cobran gran relevancia en nuestro estilo de vida. En resumen, la dieta mediterránea tiene beneficios en la salud cardiovascular, pero también influye en la memoria y en la prevención o retraso del deterioro cognitivo asociado al envejecimiento.