LA PAZ

El renacimiento de La Paz

A través de nuevos proyectos hoteleros, una expansiva escena culinaria y, claro, mucha aventura, la capital de Baja California Sur renace como uno de los destinos playeros más emocionantes en el país.

ESTILO DE VIDA

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Atardecer sobre las playas turquesa de Balandra con la isla Espíritu Santo al fondo. Foto: Domingo Álvarez Créditos: Domingo Álvarez

Con el sol suspendido más allá de las dunas y las rocas, el tiempo, medido por la silenciosa carrera que las sombras de los cardones lanzan en dirección a las montañas, parece haberse detenido. A medida que los segundos se confunden con las horas, la naturaleza se antoja infinita. A nuestros pies, las míticas playas turquesa de Balandra resplandecen como si fueran los primeros días del mundo y nosotros, sus primeros exploradores. Los últimos rayos del sol todavía brillan con el ímpetu de lo nuevo y nos recuerdan, orgullosos, que no hay nada mejor que los atardeceres en la playa.

La panorámica es el punto final en un recorrido que comenzó hace poco más de una hora y varios kilómetros abajo. “El desierto está vivo”, afirmó Paulo, nuestro guía, apenas empezamos a remontar el sendero –delineado por cactus gigantes y pequeñas plantas escondidas entre las rocas y sus espinas– hacia la cima de una de las cumbres que resguardan la playa. “Podría parecer que estas ramas están secas o muertas, pero es naturaleza adaptada a estas condiciones”, continúa, al tiempo que, detrás de cada vuelta y pendiente, el paisaje se revela más dinámico. La excursión, organizada por On Board Baja, es la bienvenida perfecta a una región todavía dominada por el ecosistema. Desde aquí arriba, el mar y el desierto se abren como una invitación a explorar sus maravillas… y , precisamente, eso fue lo que hicimos.

En las arenas de la península de El Mogote, los viajeros pueden recorrer los caminos que conectan al desierto con el mar a bordo de un RZR de Polaris, y practicar sandboarding en las dunas. Fotos: Cortesía Fitupaz

Recuerdos de mar y tierra

Ante nuestra mirada, el agua permanece sospechosamente tranquila. No es así para Maritza, bióloga marina y quien hoy dirige nuestra expedición, también a cargo de On Board Baja, para nadar con un tiburón ballena. Con los ojos clavados en la superficie, nos sigue compartiendo información sobre la exuberante biodiversidad que nos rodea, hasta que, repentinamente, una gigantesca sombra aparece a sólo unos metros de nosotros. “¡Ahí está! ¡Todos al agua!”

 

Aprovecha tu viaje a La Paz para explorar su rica historia minera y su cultura gastronómica. Foto: Cortesía Fitupaz
Foto: Domingo Álvarez

Apenas saltamos y el traje de neopreno se nos pega a la piel, el colosal tiburón ballena emerge de la oscuridad verdiazul como un megalito que nos arropa en su estela. Nadando uno al lado del otro –yo, a toda velocidad; él, con la parsimonia de quien no se ha percatado del pequeño humano que le acompaña–, queda claro que, explorar el Acuario del Mundo, pasa por alcanzar su ritmo para sumarnos a su coreografía. Aquí, el tiempo avanza a la velocidad de sus habitantes.

Sobre tierra, descubriremos al día siguiente, las reglas son las mismas: surcando las dunas a bordo de un RZR, envueltos por el sonido del viento y el motor, es fácil recordar que, en el desierto, la única pauta está marcada por la libertad. Corriendo junto al mar, ascendiendo pendientes y desafiando (a veces demasiado) los límites impuestos por los caminos de terracería, nos adentramos en lo más profundo del corazón de la Baja Sur: su naturaleza y la voluntad de aventura necesaria para descubrirla.

La propuesta arquitectónica del hotel Baja Club refleja los valores de nostalgia y vanguardia que caracterizan esta nueva era para el turismo de La Paz. Foto: César Béjar/Cortesía Grupo Hábita

La altura de Baja Club

En el legendario malecón de La Paz, una antigua casona que extiende su historia hasta principios de siglo XX y la industria perlera que desarrolló la urbe, ha reabierto sus puertas, transformada en un cosmopolita hotel de 32 habitaciones que marca el inicio de una nueva era para la hospitalidad en la ciudad. Baja Club, la adición más reciente en el portafolio de Grupo Habita, retoma algunos de los tópicos característicos de la firma –como una decidida apuesta por el diseño y la arquitectura, anclada a grandes nombres de la disciplina; y áreas comunes llamadas a conquistar Instagram– pero los presenta, ahora, envueltos por el irresistible carácter paceño que prefiere los materiales naturales y que ha ha sabido encontrar las claves de su belleza en la nostalgia por el pasado.

El minucioso diseño del hotel Baja Club –inspirado en la delicada estética de las propiedades playeras de mitad del siglo XX– corrió a cargo del despacho francés Jaune Architecture. Foto: César Béjar/Cortesía Grupo Hábita

Proyectado por el arquitecto Max von Werz en colaboración con el despacho francés Jaune Architecture, quien se encargó de restaurar la propiedad y completarla con un nuevo edificio que respeta su estética original, el hotel está coronado por una terraza que conjuga historia y visión. Aquí, de cara al sol que ya descansa sobre la línea del horizonte, recordamos que no hay nada mejor que los atardeceres en la playa. Sobre todo, los que, como este que se debate entre el pasado y el futuro, duran para siempre.

Desenterrar el pasado

La historia de la península de Baja California es tan extensa como su territorio y tan profunda como las minas que detonaron su desarrollo. Para explorar su pasado, desde las primeras tribus nómadas que poblaron esta parte del mapa, hasta los ingenios mineros que, desde el siglo XIX, impulsaron el crecimiento de sus centro urbanos, los viajeros harán bien en planear una visita de una día a Todos Santos –a sólo una hora desde La Paz– o visitar la antigua comunidad de El triunfo, en donde el Museo Ruta de Plata nos invita a explorar la evolución de la región.

Sabores del mar

A las afueras de Todos Santos, en la playa Cerritos, que se ha convertido en un destino obligado para la comunidad surfera global, Barracuda Cantina, a cargo de Dano Sánchez, celebra a los ingredientes locales con un menú de tacos (espectaculares) de pescado, camarón y aguacate, y cocteles, como el Sexy Mexi, preparado con mezcal, licor de chile verde, maracuyá, albahaca y limón.

De vuelta en La Paz, Nemi, comandado por el chef Alex villagómez, nos recibe con platillos mexicanos, como un aguachile de cayo y una tlayuda de pulpo y rib eye.

 

Por Domingo Álvarez

avh