Unión familiar, tradiciones culturales y mucho color: en México, las fiestas decembrinas se celebran con cuidado reverencial. Recorrimos los lugares que se encargan de darles forma y regresamos con souvenires suficientes para celebrar una Navidad completamente personalizada.
Saludo escarlata
El estado de Morelos es líder nacional en producción de nochebuenas y, en el municipio de Cuautla, encontramos los invernaderos más grandes de la región. Cada año, la Concentradora Nacional de Plantas Ornamentales (CONAPLOR) organiza la Expo Nochebuena que reúne las decenas de variedades que existen.
Acostumbrados a los llamativos pétalos rojos que engalanan el invierno mexicano, no nos imaginamos las más de 50 tonalidades diferentes –producto de su etapa de crecimiento y el clima del lugar– que encontraremos y que incluyen variedades anaranjadas, blancas, amarillas y doradas.
Los municipios de Cuernavaca, Jiutepec, Tepoztlán, Yautepec y Emiliano Zapata, también presumen campos de nochebuenas.
Completa tu agenda: Explora la Ex Hacienda de Coahuixtla y el Ex Convento de Santo Domingo.
Estrella fugaz
Hoy, Acolman, el municipio del Estado de México que presume ser el lugar de nacimiento de las piñatas, todavía resplandece bajo el movimiento del papel china y el confeti que, con pegamento, cartón y mucha creatividad, esconde, en su interior, memorias de nuestra infancia, listas para manifestarse en una explosión de color y sabores.
La tradición data del siglo XVI, cuando los monjes del convento de San Agustín hicieron la primera misa de aguilando –antecesora de las posadas–, consumada con una estrella de siete picos representando los pecados capitales. En el centro de Acolman, la estatua de un fraile con los ojos vendados y rompiendo, desde luego, una piñata, nos recuerda, con orgullo, el legado cultural de la comunidad.
En diciembre, el taller de la familia Ortiz –el más antiguo de la localidad– recibe a quienes acuden para elegir una piñata de entre las más de 50 variedades o, incluso, elaborar una propia y perpetuar el lema de la comunidad: “visítanos para que no rompas la tradición, mejor rompe una piñata”.
Completa tu agenda: Visita el Ex convento de San Agustín.
Navidad con tu nombre
Visitar los talleres de esferas de Zumpango, en las inmediaciones de la Ciudad de México, brinda, al mismo tiempo, la oportunidad de atestiguar el minucioso despliegue de color que da vida a nuestros árboles de Navidad y de regresar a casa con una colección nueva, y completamente personalizada, de estos luceros.
Entre enero y octubre, las manufacturas aceleran la producción en espera de las familias que, durante la temporada navideña, acuden para escoger entre los más de tres mil diseños que ofrecen.
La elaboración, que inicia con vidrio fundido a 380 grados y soplado en forma esférica, incluye un procedimiento de plateado en hornos, además, claro, de un proceso de pintado, grabado y decorado a mano. La imaginación de los artesanos –y de los visitantes que nos animamos a ornamentar nuestros propios recuerdos– salta de las esferas para concebir, también, otro tipo de piezas, como campanas, arreglos de mesa, coronas y guías navideñas.
Completa tu agenda: Visita La Casa de las Esferas, uno de los talleres más reconocidos y pasa una tarde en el Parque Ecoturístico Laguna de Zumpango.
Grabado en papel
A solo 15 kilómetros de Zumpango, Teoloyucan, que durante la Revolución Mexicana se convirtiera en resguardo de generales constitucionalistas, se distingue por la tradicional elaboración del papel picado y metálico navideño que se utiliza para adornar iglesias, calles, casas y quioscos.
Las diferentes figuras y coloridos motivos navideños iluminan los locales de Zumpango que, como el de Luis Miguel, se han dedicado a este oficio desde hace más de dos décadas.
En las entradas, vemos velas y pinos, trabajados en papel china con la técnica de panal, que consiste en desplegarlo para obtener un relieve multicolor, así como nochebuenas metálicas, colgadas y listas para embellecer nuestros hogares.
Los viajeros podrán diseñar sus propias piezas, eligiendo el color del papel, el trazado deseado y los nombres grabados y los artesanos, provistos de martillos, cinceles y una destreza envidiable, se encarguen de transformar el papel en nuestras propias fantasías navideñas.
Completa tu agenda: Visita la parroquia de San Antonio de Padua Joya arquitectónica de la época colonial del siglo XVII.
Por Antonio Anistro