Lady Di fue una de las personas que más llamó la atención en los años 80 y 90. Lo que sí, la mayor notoriedad fue cuando Diana de Gales y el actual rey Carlos III decidieron poner fin a su matrimonio en 1996. La noticia se volvió parte de los encabezados a nivel internacional pues esto significó una nube negra en la vida de la familia real británica.
El rey Carlos III y Spencer, se casaron en julio de 1981, pero el matrimonio llegó a su final en febrero de 1996, cuando después de una extensa separación pudieron concretar el divorcio. Este hecho ha sido plasmado dentro de la serie de Netflix, The Crown, en donde quisieron retratar cómo es que se llevó todo este proceso.
Lady Di era una mujer muy inteligente que ante todo buscaba el bien de sus hijos y el suyo, motivo por el que antes de darle el divorcio al rey, exigió una serie de condiciones al rey Carlos III, entre las que destacan que pidió mantener su título real como princesa de Gales. Por lo que después de la separación Diana seguía siendo tratada como parte de la realeza británica.
A esta petición al rey Carlos III y su fallecida madre la reina Isabel II, sumó otras dos condiciones y la más importante para ella era mantenerse al tanto de sus hijos, es decir que ella estuviera siempre presente en las decisiones que tuvieran que ver con William y Harry, pues al final del día Lady Di era su madre.
Estas fueron las dos condiciones que Lady Di exigió su ex esposo para darle el divorcio, en todo momento la princesa estuvo acompañada y asesorada de su abogado Anthony Julius. Después de divorciarse, la princesa Diana pudo hacer su vida lejos de Carlos, mientras el ahora rey tuvo el camino libre para poder seguir su relación con Camilla Parker, con quien se casó en el 2005.