El éxito logrado por María Félix dejó huella en la Época de Oro del cine mexicano, todo gracias a su talento, belleza, y atracción de miradas tanto en las pantallas como en la vida real.
La actriz nacida en Álamos, Sonora, el 8 de abril de 1914, en la Ciudad de México, de igual manera formó parte del cine extranjero, al integrarse en cintas situadas en Argentina, España, Francia e Italia.
Debutó en la película “El Peñón de las Ánimas”, en la cual compartió pantalla junto a Jorge Negrete; también actuó en “La china poblana”, “Doña Bárbara”, “La mujer sin alma", “El monje blanco”, entre muchas otros filmes.
La vida amorosa de María Félix consistió en grandes galanes mexicanos, y uno de los que más destacó en su memoria es, indiscutiblemente, Agustín Lara.
La primera vez que María Félix escuchó a Agustín fue por medio de un programa llamado “La hora azul”, y era presentado por López Méndez. Cabe destacar que el primer éxito musical que escuchó de su parte fue “Aventurera”.
Por otra parte, cuando se encontró con el inicialmente, fue en un bar llamado “California”, en la Ciudad de México, ubicado anteriormente por Reforma. La actriz pretendía hablar por teléfono, y en ese momento lo ocupaba el cantautor.
“Entonces el maestro Lara salió de hablar por teléfono, y de pronto se encontró conmigo y me preguntó “¿Y usted que hace aquí?”. Y como yo pues… dicen que soy contestona, no creo que tanto ¿Verdad?, le contesté: “Pues yo estoy aquí porque me da la gana”, comentó la famosa actriz en un programa de televisión a cerca de su primer encuentro con el cantante mexicano.
“Las canciones que me dedicó esas son, un regalo eterno”
En la misma entrevista, la celebridad habló sobre las canciones que le fueron dedicadas por parte del intérprete, mientras que afirmaba que la faceta que más recuerda sobre él es su música. Cuando la entrevistadora le cuestiona sobre sus sentimientos con relación a “María Bonita” y la iniciativa de colocar una escultura de Agustín en la Ciudad de México, María Félix comentó lo siguiente:
“Pues quisiera justificar ese título, esa canción, la canción no envejece, pero las personas si envejecemos, entonces la canción sigue igual y hay que justificar un poco esas palabras”.
“Digamos la mía, digamos la Ciudad de México, digamos la mía, eso no interesa, lo importante más tarde que nunca, es mejor más tarde que nunca, que esto se realiza (la escultura)”.
Su casamiento, lleno de altibajos, duró desde 1945 hasta 1948, y el divorcio fue tramitado por María, ya que quiso quedarse en Madrid, España, puesto que se sentía “libre” sin él.