Dependiendo el punto que ocupes en el espacio será la percepción que tengas. En ese sentido, para muchas personas en México, hoy no se vislumbran opciones felices, y tenemos que reconocerlo.
Hay una multiplicidad de acontecimientos que han ensombrecido la dicha dentro de nuestra patria. Desde el narco que ha infectado regiones hermosas, hoy abandonadas y secuestradas; pasando por la enorme miseria del 35.8% de la población general. Hasta llegar a todas esas personas que ven cercenadas sus posibilidades de salir adelante con el trabajo que han venido ocupando, dentro de la burocracia. Cada uno, tiene su propio pesimismo.
Debido a lo anterior, gran parte de las casas del país no pudieron colocar sus banderas tricolores, ni cenar. Tampoco les fue posible ver ¡El Grito de Independencia! Estaban absortos ya fuera escondiéndose, migrando o ahorrando para lo que venga. En fin, organizando sus destinos.
No hay que mentirse, la voz del pueblo es ruidosa, diversa y surrealista; pero escasamente, resuena en las conversaciones de gente influyente. Eso la hace endeble.
En medio del caos tenemos un septiembre al que se teme profundamente, ya no por los sismos, que aun cuando los geólogos digan que son imposibles de prever, nos han recordado su peligro el mismo día, de diferentes años, me refiero a la incertidumbre de todos aquellos que dependen de un salario gubernamental, sin saber desempeñarse en otro rubro, y que tienen comprometidos sus ahorros o su techo, mediante un crédito hipotecario del Infonavit o Fovissste.
La tristeza de perder el empleo es una realidad a la que se enfrentan de forma preocupante. No me refiero a los grandes salarios, sino aquellos que apenas llegan a fin de mes de forma digna para cubrir necesidades básicas.
También de los otros, cuyos empleos se construyeron mediante inversiones extranjeras, en industrias expectantes de migrar, recortar espacios, o bien, detener su crecimiento. Ahí el grito fue ahogado, lleno de tristeza. No hay grandeza en hacer sufrir a millones.
Cierto es, que había deficiencias importantes, pero el escarmiento es la aniquilación de muchos inocentes.
En medio de la realidad de miles de personas, es impensable dormir, o acallar el pánico que da la certidumbre de carencia a la que acompañan preguntas que no tienen respuestas: ¿Qué haremos con las deudas? ¿Dónde viviremos? ¿Qué pasará con nuestros hijos e hijas? ¿Dónde encontraremos trabajo? ¿Cuánto dinero tenemos ahorrado? ¿Cuánto tiempo después de un despido, tendré el IMSS o ISSSTE?
Mucho más profundo, es la rebeldía de muchos estudiantes de derecho, que ven apagarse sus posibilidades en litigio competitivo, equidad y justicia. Pues ellos marcharon en contra de la desesperanza y de lo inevitable. Como toda juventud son nuestros constructores de una realidad basada en sueños, son la fe de nuestro México.
Por lo cual, debemos recordar que es uno de los pilares que sostienen la Nación. Hablarles siempre será importante. No se que pasa, en el mundo, que repite la historia de ignorancia y amenazas a los más jóvenes.
Es preciso disentir frente a la irracionalidad, que genera un dolor inútil, y causas perdidas, porque esto último puede cambiar la suerte de este país.
Hay que entablar una charla con el porvenir, con lo nuevo, con el cambio de pensamiento, ya que no estamos aislados en el mundo. Lo que al parecer se pierde de vista desde el poder.
La animadversión que se desarrolla en nuestro suelo, genera una pérdida de memoria en los políticos que obvian que la razón de su poder, radicada en la inconformidad de una mayoría, pues obran como si fueran a gobernar mil años.
En medio del silencio que da la tristeza, habremos de preguntarnos lo que Juan Gabriel convirtió en canción. ¿Pero, qué necesidad?
POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB
EEZ