Marcelo Expósito (Puertollano, España, 1966) lo tiene claro: el arte está ligado inevitablemente a la política y, en esa relación, una de sus funciones es "pensar formas de estar en común".
Incluso, concibe la agitación, la propagando y el panfleto como formas de expresión del arte; todo su trabajo ha estado enfocado en el intento por conjugar arte, política y activismo.
Su interés por los movimientos sociales y la política lo llevaron incluso a incursionar como diputado. Cuatro décadas después de sus inicios en el arte, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) presenta su primera retrospectiva en Latinoamérica: Nueva Babilonia: designar o no un trabajo como arte es una decisión táctica.
Proyectos inéditos y trabajos relacionados con el feminicidio, la recuperación de la memoria histórica o las consecuencias de las dictaduras, en especial la de Franco, forman parte de sus piezas.
"Existe la idea de que la relación del arte con la política es episódica o momentánea en la historia y eso creo que empíricamente es perfectamente refutable, creo que al revés, las relaciones entre el arte y el poder son una constante. Sin ella es indiscutible que no existiría Goya o el arte de Velázquez, el de Rembrandt", afirma.
La exposición se divide en siete secciones en dos salas, Expósito dice que la mitad de los trabajos están estrechamente relacionados con América Latina, territorio con el que tiene 20 años de relación y en el que desgraciadamente su trabajo, encuentra más eco.
"América Latina es un laboratorio brutal, increíble, un lugar no solamente atravesado por injusticias y violencias, es un lugar que lleva un siglo, dos, siendo un laboratorio político descomunal, de México a la Patagonia, y eso es una enorme caja de resonancia".
CAR