Desde hace miles de años la primavera ha representado un nuevo inicio en diferentes culturas del mundo, los cambios de estación siempre han sido observados como una parte esencial de la vida en la tierra y la primavera es celebrada al marcar el fin de los días de mayor frío y dar paso a un clima más cálido, además de otorgar hermosos espectáculos naturales como la época de floración de los cerezos en Japón.
Es así que por siglos los habitantes de Tokio rinden tributo a esta época del año y al florecer de los cerezos, con la antigua tradición del "Hanami", o contemplación de las flores del sakura .
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Por años este ritual ha inspirado a escribir poesías y organizar una comida especial para la asociación, si bien en la actualidad, son pocos los que optan por la redacción de poesía, se ha logrado mantener la segunda parte de la tradición año con año.
Y es que nadie puede negar que la belleza del renacer de estos hermosos árboles no deja indiferente a ninguna persona, incluso existen historias que aseguran que su hermosura a logrado salvar de la muerte a hombres con enfermedades mortales.
Nadie puede negar que si hay una imagen que representa a Japón esa es, sin duda, la del manto rosa que cubre sus parques y montañas cada primavera siendo los cerezos o sakura los responsables de ello.
¿Qué es y en qué consiste el “Hanami”?
Hanami se traduce literalmente como “mirar a las flores” y con esta tradición se venera la importancia de los sakura misma que para entender se debe remontar a siglos atrás, cuando la floración de estos árboles marcaba el inicio de la primavera y, por lo tanto, avisaba del momento idóneo para plantar el arroz, un alimento primordial para los primeros habitantes de esta nación.
De este modo los cerezos eran vistos como seres sagrados y se creía que las almas de los dioses de la montaña anidaban dentro de ellos, por ello los agricultores veneraban a estos árboles así la historia del hanami nació, por lo tanto, de una tradición religiosa.
Fue hasta el Período Nara (710-784) cuando esta costumbre comenzó a transformarse en la festividad sin connotaciones religiosas que es en la actualidad.
SSB