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FRANCISCO GONZÁLEZ PIÑA

Sin Manual: construyendo Museo del Barroco

El documental expone los testimonios de los gerentes y trabajadores del recinto

CULTURA

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Museo Internacional del Barroco, Puebla, 2016. Foto: Cortesía: MIB. Patrick Lopez Jaimes / DanstekCréditos: Foto: Cortesía: MIB. Patrick Lopez Jaimes / Danstek

“Me asombró la gran energía que produce esta tierra mexicana. En conjunto con el desarrollo geométrico de esta arquitectura, transformó el espacio en algo totalmente diferente”. El documental Sin Manual, del mexicano Francisco González Piña, comienza con esta cita del arquitecto Toyo Ito, quien ganó el Premio Pritzker en el año 2013 y fue el encargado de diseñar el Museo Internacional del Barroco en Puebla. La construcción quedó a cargo de la empresa Danstek –bajo la dirección de Sergio Álvarez–, edificándose tan sólo en 27 semanas, superando por mucho los tres años que el arquitecto había calculado que tomaría. Esta cinta se enfoca en la construcción del museo, a través de exponer los testimonios de los gerentes y trabajadores.

El documental es un tributo al ingenio y la perseverancia de un equipo que se enfrentó con la tarea de construir este espacio a tiempo, respetando el presupuesto y sin sacrificar la calidad de los materiales, ni la majestuosidad de la obra. González Piña lo estructura alrededor de una serie de retos; uno de ellos fue construir lo que llaman un muro sándwich, que consiste en un muro sostenido con dos capas de concreto blanco –de acuerdo con el diseño de Ito– y rellenarlas de concreto gris, para así reducir el costo que implicaría construir el muro completo de concreto blanco. Esto es algo que nunca se había hecho a esa escala, y en esta cinta nos narran cómo fracasaron las primeras pruebas y las soluciones que fueron encontrando. 

Por ende, la presencia de Toyo Ito en esta narrativa es la de una figura ominosa a la que los personajes del documental buscan complacer cuando él aparece para inspeccionar. Una frase de Ito que González Piña incluye es: “Yo siempre digo que solo no podría construir nada. Cuando nosotros exponemos un problema al constructor, y si él toma la actitud y responsabilidad de decir: ‘Yo te lo voy a construir´, en ese momento la arquitectura muestra su máximo esplendor”.

El Museo del Barroco es conocido como un diseño de Toyo Ito, pero lo que González Piña deja claro es que cada persona que trabajó en esa construcción dejó una pieza de sí misma en él; argumento que se refuerza con una escena de uno de los colaboradores de Ito tomándose una foto con algunos de los turistas que entran al museo, acto que en sí, es un rechazo a lo que llamamos la “Teoría del Autor”, la cuál se usa para estudiar cine, pero que se puede aplicar a cualquier pieza de arte que requiere de muchas manos y un alto nivel de logística para lograrse.

Personas como Sergio Álvarez, el director del museo en ese momento, Armando Salas, el arquitecto supervisor Takayuki Ohura, las supervisoras arquitectónicas Miriam Carrada y Andrea Díaz, y diversos trabajadores que tienen apodos como El Moreno, La Bestia, El Aguacate y El Baloo, todos, de alguna y otra forma, también son coautores de esta obra.

Por Isaac Richter